El último aviso



En un aeropuerto un pasajero se quedó dormido junto a su maleta. El horario de su vuelo estaba claramente escrito en su billete, pero no oyó el último llamado que invitaba a los pasajeros a dirigirse a la sala de embarque. Seguía durmiendo… Pronto la puerta se cerró, la pasarela fue retirada y el avión despegó sin él.
Quizás usted haya oído hablar del Evangelio. Él propone a todos la manera de ser eternamente felices en la presencia de Dios, cuando seamos llamados a dejar este mundo. Jesucristo vino a la tierra para salvar a los hombres. Es el último llamado de Dios al hombre perdido. Si éste lo escucha y lo recibe, está listo para el buen viaje, tiene en sus manos el billete correcto, el cual es imposible perder u olvidar, pues Dios lo grabó de manera indeleble en lo más profundo de nuestro ser. A continuación tenemos un ejemplo de lo que puede afirmar cada uno de los que oyeron su llamado y creyeron en el mensaje del Evangelio:
El Hijo de Dios “me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20). La sangre de Jesucristo me purificó de todo pecado (1 Juan 1:7).
Me convertí “de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos” (1 Tesalonicenses 1:9-10).
No tengan miedo, pues a diferencia de ese viajero, todos los que creen la realidad de estas palabras de vida oirán necesariamente la voz del Señor y se irán con él al cielo, para estar eternamente con él.


Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo. Efesios 5:14

Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Romanos 5:6


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