VOZ DEL SHOFAR


Nuestro Abba nos llama, y la voz del shofar es Su llamado interior. Pero los sonidos de la vida nos ensordecen y no la escuchamos, y ni siquiera nos interesa escucharlo. Él quiere sacudirnos de la sordera y hacer que respondamos al insistente llamado de Su shofar. Él quiere que corramos a Él para ser abrazados en Su regazo, donde podremos estar protegidos, seguros...y hallados.

En un artículo por la autora judía Sara Debbie Gutfreund, ella describe la desaparición y frenética búsqueda un día de su pequeño hijo en un parque recreativo de Israel. Lo llamó vez tras vez, pero no hubo respuesta. Cuando finalmente lo encontró, el niño ni siquiera sabía que se había perdido. Se encontraba felizmente jugando con un nuevo amiguito sin percatarse del peligro que enfrentaba al haberse alejado de su madre.

Gutfreund dijo que, en nuestras propias vidas, a veces no nos percatamos de que nos hayamos “perdido” ni estamos concientes de nuestra vulnerabilidad cuando nos desconectamos de la Fuente de la Vida. Ella escribió: “Demasiadas veces atravieso la vida como si yo estuviese escribiendo mi propio libreto. Mientras tanto, Dios se pasa buscándome. Envía a personas. Me llama por mi nombre. ‘¿Alguien la ha visto? Estuvo aquí hace un segundo. Ni siquiera sabe cómo regresar. No se da cuenta que no puede sobrevivir sin mí. ¿Por qué no responde cuando la llamo?’”

El rabino Nosson Scherman dice: “[El shofar] es un instrumento primitivo, apenas capaz de modular tonos o producir distintas notas. ¿Podrá alguien tocar una sinfonía o una canción con un shofar? No, pero su sonido penetrante simboliza el llanto inarticulado de un alma indeleblemente manchado que ansía ser limpiado, pero no sabe cómo. Es un llanto que sólo el oído de Dios puede traducir como una plegaria. Le decimos: ‘Es nuestro deseo hacer Tu voluntad,’ pero no sabemos cómo. El continuo atractivo de la Malvada Inclinación, la sociedad, la cultura, el hábito y el ambiente nos ha adormecido a Tu toque, nos ha ensordecido a Tu mensaje.”

Dios Suena el Shofar:

En por lo menos dos ocasiones, la Escritura dice que Dios suena la trompeta, y ambas veces es un shofar o cuerno de carnero. El cuerno del carnero es un instrumento musical natural, no creado por el hombre sino por Dios. Es uno de los instrumentos musicales más antiguos en la historia, quizás en existencia desde hace 5,000 años. El shofar ha estado en continuo uso en Israel por 3,000 años, desde la caída de los muros de Jericó hasta la actualidad, y se toca en comunidades judías alrededor del mundo.

Recientes estudios científicos confirman que el sonido del shofar hace que nuestros cuerpos reaccionen físicamente. La respuesta al fuerte e insistente sonido provoca una reacción a veces conocida como “pelea o huye,” la misma respuesta que tendríamos a una fuerte alarma. Nuestros sentidos son inmediatamente alertados a un posible peligro o estrés. Son despertados y agudizados, produciendo mayor energía para responder de manera activa. Nos da mayor claridad de mente y habilidad para ver las cosas que no notaríamos de otra manera. Nos lleva a un nuevo estado de alerta.

Cuando suena el shofar, su sonido penetrante y evocador vibra muy profundo en nuestro interior, tocando las cuerdas más profundas del alma. Recordamos el grito de victoria y celebración, y el llanto de arrepentimiento del pueblo judío. Despierta cada parte de nuestro ser a la voz de Dios.

“Ecos de un Shofar”:

 No sabía cuán importante era el sonido del shofar en la adoración del pueblo judío hasta que escuché una historia llamada Ecos de un Shofar. Hasta hace poco, el que sonaba un shofar tenía que ser valiente y atrevido, porque el que lo hiciera era arrestado y encarcelado.

En 1930, durante el Mandato Británico de Palestina, Inglaterra prohibió que se sonara el shofar en el Kotel (Muro Occidental), durante Rosh Ha-Shaná (Año Nuevo judío) o en Yom Kipur (Día de Expiación). También era prohibido que los judíos oraran en voz alta o llevasen rollos de la Torá (Génesis a Deuteronomio) al Muro porque podían ofender a los residentes musulmanes de Jerusalén. Dicha ley estuvo en vigor por 18 años, hasta el final del Mandato Británico.

Durante el primer año de las restricciones en el Kotel, un valeroso rabino llamado Moshe Segal pensó a sí mismo: “Alrededor de mí prevalece un gobierno extranjero, controlando al pueblo de Israel aún durante su día y en su lugar más sagrado. No estamos libres para servir a nuestro D-os. Pero bajo este talit [manto de oración] hay otro mundo. Aquí no estoy sujeto a otro dominio excepto el de Dios del Cielo; aquí haré lo que Él me pida, y ninguna fuerza en la tierra me podrá detener.”

Escondido bajo su manto de oración, Moshe Segal tenía un shofar, el que procedió a tocar con un fuerte y desafiante sonido. Fue inmediatamente arrestado. Escribió lo siguiente en sus memorias: “Durante los próximos 18 años hasta la conquista árabe de la Ciudad Antigua en 1948, no se tocaba el shofar en el Kotel cada Yom Kipur. Los británicos conocían muy bien el significado del sonido. Sabían que a la postre, derrumbaría su dominio sobre nuestras tierras, así como cayeron los muros de Jericó por el shofar de Josué, y hacían todo lo posible para evitarlo. Pero cada Yom Kipur, el shofar era tocado por hombres que sabían que serían arrestados por reclamar esa tierra como la más sagrada de nuestras posesiones.”

Otros jóvenes valientes siguieron las pisadas del Rabino Segal, y secretamente llevaban su shofar al Muro Occidental, arriesgando ser arrestados y encarcelados. Decían: “Juramos dar nuestras vidas para la resurrección del pueblo judío.” Y ese sentimiento era común entre los jóvenes idealistas que no temían hacer actos desafiantes. Si tenían que ir a la cárcel, era un precio pequeño por la preservación de la herencia espiritual.

Realzar y Embellecer: 

El cuerno de carnero nos recuerda la historia de cuando Isaac fue amarrado para ser sacrificado, y un carnero fue suplido por Dios cuando sus cuernos quedaron apresados por un arbusto de espinos. Luego de que Isaac le preguntara a su padre sobre el cordero del sacrificio, Abraham le respondió: “Dios proveerá para sí el cordero para el holocausto, hijo mío” (Gén. 22:8, énfasis añadido). Muchos cristianos creen que eso fue una prefigura del sacrificio de Yeshúa (Jesús), el Cordero de Dios, coronado de espinos.

Existe una rica dicotomía en el uso del shofar. En las Escrituras, un cuerno usualmente representa el poder y la fuerza de un rey, pero el cuerno de carnero también es curveado, que representa ser doblegado en sumisión ante Dios. Por lo tanto, algunos cristianos también ven una bella representación del Mesías, quien primero vino como siervo humilde y luego vendrá nuevamente como Rey.

Yoram Ettinger dice que la palabra shofar tiene su raíz en la palabra hebrea por “realzar” y “mejorar.” Algunas otras fuentes dicen que la raíz también significa “belleza.” Dios requiere que la trompeta sea usada para conmemorar los días sagrados, como la Fiesta de las Trompetas (Lev. 23:24-25). Ettinger declara que el sonido del shofar es un aviso de alerta, un llamado para separarse de toda la mundanalidad profesional, social, y política para volver a dedicarse a los valores básicos y corregir nuestro orden de prioridades.” Representa un momento para arrepentirnos y arreglar nuestra relación delante de Dios, de esa manera realzar, mejorar y embellecer nuestra relación con el Creador.

El Shofar en las Escrituras:

Veamos algunos de los muchos usos bíblicos del shofar y su significado en la actualidad.

La Presencia del Señor: La primera vez que el shofar fue sonado fue en el Monte Sinaí, cuando Dios dio los mandamientos a Moisés. En Éxodo 19:18-19 dice: “Todo el Monte Sinaí humeaba, porque el SEÑOR había descendido sobre él en fuego. El humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía con violencia. El sonido de la trompeta aumentaba más y más. Moisés hablaba, y Dios le respondía con el trueno.”

Otra ocasión en que la Biblia habla del shofar es en Zacarías 9:14: “Entonces el SEÑOR aparecerá sobre ellos, y Su flecha saldrá como un rayo; el Señor DIOS tocará la trompeta, y caminará en los torbellinos del sur.”

En ambos versos, el sonido de la trompeta anunciaba la presencia del Señor. El sonido era un recordatorio del pacto relacional entre Dios y Su pueblo. Nuestro gozo y nuestra fuerza están ante Su viva presencia, y nuestra plenitud se encuentra totalmente en nuestra relación con Él.

Días de Arrepentimiento: Se sonaba el shofar durante los días solemnes de arrepentimiento: en la Fiesta de las Trompetas y el Día de Expiación. Comenzaban a sonar las trompetas en el sexto mes de Elul, y representaba un momento de introspección cuando el pueblo judío preparaba sus corazones ante el Señor durante los diez Días de Asombro. Examinaban su conducta, buscaban el rostro de Dios y se arrepentían de sus pecados. The Jewish Encyclopedia [Enciclopedia Judía] dice que la curva en el shofar es simbólica de un corazón contrito y humillado delante de Dios en arrepentimiento. La palabra shofar también se puede traducir como “cortar” y “quemar hasta adentro,” que expresa la manera en que el sonido del shofar poderosamente penetra nuestro interior y nos motiva a cambiar cuando escuchamos su sonido distintivo. También es interesante notar que tanto el altar del incienso como el del sacrificio en el Tabernáculo tenían cuernos en cada esquina, simbolizando el perdón total y la redención de Dios.

Un Arma Espiritual: El antiguo Israel sabía que el shofar era un arma espiritualmente poderosa. Su sonido distintivo aterrorizaba los corazones de sus enemigos, de modo que sus corazones se derretían y se hacían como agua. Dios mandó a Josué que rodeara la ciudad de Jericó y que el pueblo sonara siete trompetas (shofares). Siete sacerdotes sonaron siete cuernos de carnero mientras rodeaban la ciudad una vez al día por seis días, y por siete veces en el séptimo día. “Entonces el pueblo gritó y los sacerdotes tocaron las trompetas; y sucedió que cuando el pueblo oyó el sonido de la trompeta, el pueblo gritó a gran voz y la muralla se vino abajo... y tomaron la ciudad” (Josué 6:20).

En Jueces 6 y 7, Dios usó a un tímido Gedeón y su pequeño ejército para derrotar a los enemigos de Israel, los madianitas. A pesar de que Gedeón se había escondido, Dios lo llamó un “valiente guerrero” (6:12), y le dijo cómo lo usaría para realizar grandes hazañas para Dios. “Y dividió los 300 hombres en tres compañías, y puso trompetas y cántaros vacíos en las manos de todos ellos, con antorchas dentro de los cántaros... Cuando las tres compañías tocaron las trompetas, rompieron los cántaros, y sosteniendo las antorchas en la mano izquierda y las trompetas en la mano derecha para tocarlas, gritaron: ‘¡La espada del SEÑOR y de Gedeón!’” (Jueces 7:16, 20).

En la actualidad, el sonido del shofar es igual de poderoso espiritualmente como en la antigüedad. A medida que los enemigos de Israel lo rodean y lo sobrepasan en número, el sonido del shofar en Sión nos recuerda que servimos a un poderoso Dios quien es capaz de no tan sólo defender a Su pueblo, sino también de derrotar a sus enemigos en maneras sobrenaturales. El Todopoderoso Dios dará la victoria a Su pueblo, pese a las circunstancias.

Una Coronación: Se tocaba el shofar durante la unción y coronación de un rey, y también el aceite de unción se guardaba en un cuerno, no en un envase. Nuevamente, ese recipiente no fue creado por el hombre. Eso significaba que el rey era seleccionado por Dios, ungido por Él para hacer Su voluntad. 1 Samuel 16:13 dice: “Entonces Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió [a David] en medio de sus hermanos. Y el Espíritu del SEÑOR vino poderosamente sobre David desde aquel día en adelante...”

Una Dedicación: Se tocó el shofar durante la dedicación del Templo: “...cuando levantaban sus voces acompañados por trompetas y címbalos e instrumentos de música, cuando alababan al SEÑOR diciendo: ‘Ciertamente El es bueno porque Su misericordia es para siempre,’ entonces la casa, la casa del SEÑOR, se llenó de una nube, y los sacerdotes no pudieron quedarse a ministrar a causa de la nube, porque la gloria del SEÑOR llenaba la casa de Dios” (2 Crón. 5:13-14). El sonido del shofar es un llamado a la adoración y un recordatorio del privilegio que tenemos de entrar ante Su presencia como un reino de sacerdotes y nación santa.

Un Llamado a la Restauración: En el libro de Nehemías, el pueblo judío regresó del exilio para restaurar los muros de Jerusalén. Enfrentó gran oposición y peligro por todos lados. Nehemías dijo al pueblo: “...La obra es grande y extensa, y estamos separados en la muralla, lejos el uno del otro. En el lugar que oigan el sonido de la trompeta, reúnanse allí con nosotros; nuestro Dios peleará por nosotros” (Neh. 4:19-20). El sonido del shofar es un recordatorio de la promesa fiel de Dios por traer de regreso al pueblo judío de su dispersión y restaurar la Tierra y el pueblo para Sí.

Una Advertencia de Peligro: Los guardas sobre el muro de la ciudad alertaban al pueblo de un peligro inminente por medio de un shofar. Un sonido largo durante la noche aseguraba a los habitantes de la ciudad que todo estaba bien. Pero una serie de sonidos cortos enviaba el mensaje de alarma que el enemigo estaba cerca y se tenían que levantar para pelear. Isaías 58:1 dice: “...Alza tu voz como trompeta, declara a Mi pueblo su transgresión y a la casa de Jacob sus pecados.” Joel 2:1 dice: “Toquen trompeta en Sión, y suenen alarma en Mi santo monte. Tiemblen todos los habitantes de la tierra, porque viene el día del SEÑOR; ciertamente está cercano.” El sonido del shofar nos recuerda que somos guardas sobre el muro, puestos allí para alertar a otros de que viene el Día del Juicio de Dios.

Las cartas de los apóstoles también mencionan el shofar. En su primera carta a los corintios, Pablo dice: “Así que les digo un misterio: no todos dormiremos, pero todos seremos transformados en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final. Pues la trompeta sonará y los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1 Cor. 15:51-52).

“¡El Esposo Viene!”

El mensaje total de la Biblia gira en torno al pacto matrimonial de Dios con Su pueblo, y las costumbres ceremoniales del primer siglo están repletas de ese simbolismo. Eso incluye el sonido del shofar.

Cuando un hombre judío del primer siglo contraía matrimonio con una mujer, se establecía una ketuvá, o contrato. Primero, el novio iba al hogar de su futura esposa para negociar con su padre. Una vez que el padre quedaba satisfecho de que era buen prospecto para su hija, se establecía el precio para ella. Esa era la parte más importante del pacto. Mientras más el novio valoraba a la novia, más estaba dispuesto a pagar por ella. Él daba todo lo que pudiese para asegurar que fuese su esposa.

En el libro clásico llamado Our Jerusalem [Nuestro Jerusalén] por Berta Spafford Vester, una mujer americana cuyos padres establecieron la Colonia Americana en Jerusalén, la Sra. Vester relata la historia de una visita que ella y su esposo hicieron a un campamento beduino en 1915. El jeque y su séquito les dijeron que la cantidad de dinero y bienes que un esposo ofrecía a la familia de la novia por su mano indicaba cuánto la valoraba. Como ejemplo, un primo del jeque se había casado recientemente, y había pagado una cantidad exorbitante por su hermosa novia. La Sra Vester escribió: “El precio era una yegua de purasangre, un rifle moderno, dos vacas, un camello, ciento ochenta ovejas, ciento veinte cabras, ciento veinte medidas de trigo y ocho napoleones [una moneda francesa de oro valorada en veinte francos].”

Ella añadió: “Estaban ansiosos por saber lo que mi esposo había pagado por mí, y miraron con horror cuando les enseñé mi anillo de boda. Ellos concluyeron que para nosotros, una esposa tenía poco valor. Pero yo les dije que antes de que permitiera a mi esposo poner ese anillo en mi dedo, había puesto su corazón en mi mano. Ellos apreciaron esa interpretación sentimental.”

Así que luego de establecer el precio por la novia, y ella aceptaba casarse con él, el novio regresaba a la propiedad de su padre y comenzaba a construir una nueva habitación para ella, usualmente una extensión de la casa de su padre. Los cristianos pueden ver un paralelo a dicha costumbre cuando Yeshúa dijo en el evangelio de Juan: “En la casa de Mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, se lo hubiera dicho; porque voy a preparar un lugar para ustedes” (Juan 14:2).

Mientras el novio construía su nuevo hogar, la novia se preparaba para el día en que la fuera a buscar. Ella se tenía que apartar de sus demás pretendientes, y estar alerta para el momento de su llegada, aunque no sabía exactamente cuándo vendría.

Por fin, el padre del novio le daría permiso para ir y procurar a su novia, y el joven estaría muy emocionado porque no la había visto desde el día de su compromiso, tiempo que podría durar hasta dos años. Él y su séquito de amigos llegaban en medio de la noche cuando su novia menos le esperaba. Se acercaban a la puerta de la ciudad donde vivía, y el novio daba un gran grito y sonaba fuertemente el shofar para anunciar que había llegado. Ese era el sonido que ella esperaba, y tenía que estar lista, porque su novio tenía el derecho de dejarla atrás si ella no estaba preparada. En el evangelio de Mateo, Yeshúa aludió a esa costumbre en la parábola de las vírgenes sabias e insensatas: “Velen, pues no saben ni el día ni la hora” (Mat. 25:13).

En los escritos de los apóstoles, la analogía del novio es usada frecuentemente para describir la relación de Yeshúa con Sus seguidores. En su carta a los creyentes en Tesalónica, Pablo dice que el novio aparecerá y la señal de Su venida será un grito y el sonido del shofar. En el tiempo perfecto, el Padre dirá al novio, “Ya es el momento – ve a buscar a Tu novia,” y Yeshúa “...descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con la trompeta de Dios,... y los que estemos vivos y que permanezcamos, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos con el Señor siempre” (1 Tes. 4:16-17).

Muchos en el mundo cristiano han anticipado ese evento por mucho tiempo, creyendo en ese glorioso destino de la Iglesia: “...verán al Hijo del Hombre que viene sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria. Y Él enviará a Sus ángeles con una gran trompeta y reunirán a Sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo de los cielos hasta el otro” (Mat. 24:30b-31).

Un Llanto Inarticulado: 

Un tipo de sonido del shofar se denomina teruá en hebreo. Es un conjunto de nueve sonidos cortos a manera de alarma. La concordancia de Strong lo describe como un clamor, una aclamación de gozo o grito de batalla con sonido de trompetas, una alarma, un grito de gozo, júbilo, regocijo y grito.

El sonido del shofar es un llanto sin palabras que sube desde las profundidades de nuestro ser y clama a Dios, quien nos escucha. Expresa lo que no podemos poner en palabras. Es un llanto inarticulado al Señor, quien está dispuesto y tiene poder para responder a cada anhelo del corazón. Es un grito de arrepentimiento, un grito de necesidad, un grito de gozo, un grito de victoria.

A Su vez, el Señor nos habla por medio del sonido del shofar. Nos despierta del sueño espiritual y nos insta a que nos preparemos para Su venida. Reúne a Sus tropas para la batalla que, aunque sea feroz, finalmente ganará. Nos llama para que nos acerquemos a Él como Su novia, y nos recuerda de Su gran poder para lograr todo lo que tiene pensado hacer en esta tierra, así como en el cielo.

Por Kathy DeGagné
Escritora de Puentes para la Paz


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