EL SALMO 46 QUIETUD EN EL TEMBLOR


1. Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
2.  Por tanto, no temeremos aunque la tierra sufra cambios, y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares;
3.  Aunque bramen y se agiten sus aguas, aunque tiemblen los montes con creciente enojo. (Selah)
4.  Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, las moradas santas del Altísimo.
5.  Dios está en medio de ella, no será sacudida; Dios la ayudará al romper el alba.
6.  Bramaron las naciones, se tambalearon los reinos; dio Él Su voz, y la tierra se derritió.
7.  El SEÑOR de los ejércitos está con nosotros; nuestro baluarte es el Dios de Jacob. (Selah)
8.  Vengan, contemplen las obras del SEÑOR, que ha hecho asolamientos en la tierra;
9.  Que hace cesar las guerras hasta los confines de la tierra; quiebra el arco, parte la lanza, y quema los carros en el fuego.
10.  Estén quietos, y sepan que Yo soy Dios; exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra.
11.  El SEÑOR de los ejércitos está con nosotros; nuestro baluarte es el Dios de Jacob. (Selah)

A principios de la década de 1970, mi padre, un arquitecto, diseñó una escuela para una remota comunidad bien al norte de Canadá. Durante la construcción, a veces iba a inspeccionar el progreso de los trabajadores. La única manera de llegar allá era por hidroavión durante el verano y el otoño, o por un camino de hielo durante el invierno. Cuando el hielo se derretía en la primavera, la comunidad era inaccesible.

Un día de verano, mi padre y su piloto comenzaron su viaje de 400 millas hacia el norte. En su primera parada para rellenar el tanque de combustible, le dijeron que no estaban equiparados para manejar tarjetas de crédito. Solamente aceptaban el pago con dinero en efectivo. El piloto sólo contaba con algunos billetes, mientras que mi padre no tenía ninguno.

Allí estaban atorados en una remota comunidad sin manera de regresar o continuar. Sin saber cómo resolver su dilema, mi padre caminó hasta el final del muelle. Miró hacia el agua y notó algo que flotaba sobre una ola. Alcanzó y lo sacó del agua. Era un billete de veinte dólares.

Miró al lado contrario del lago desde donde provenía el viento, pero la orilla quedaba a muchas millas de allí. No había ni un barco ni persona alguna en todo aquello.

Mi padre llevó el dinero al empleado de la estación y le dijo: “¿Alguien aquí ha perdido 20 dólares? Yo acabo de encontrar esto en el lago.” El empleado encogió los hombros y dijo: “Parece que es suyo ahora.” Con esos $20, y el dinero que tenía el piloto, pudieron llegar a la próxima estación de gasolina donde sí aceptaban tarjetas de crédito. Mi padre me dijo luego que aún no había orado de manera consciente por la situación, pero tanto él como el piloto reconocieron que esa no fue una simple coincidencia. Se encontraban en aprietos, y Dios estaba con ellos.

Quizás ese milagro le pudiera parecer muy pequeño, ¡si es que existen milagros pequeños! Pero en estos tiempos peligrosos, debemos tener toda certeza de que Dios está con nosotros – todo el tiempo.

El Mundo Entero Tiembla:
En mayo de 2013, unos masivos tornados arrasaron con Arkansas, Tejas y gran parte de la región en el centro de Estados Unidos. Vimos por los medios noticiosos cómo personas que se habían resguardado previamente en albergues salían para ver la devastación. Sus casas y toda su comunidad habían desaparecido. Y en Canadá, mi país natal, inundaciones sin precedente destruyeron grandes comunidades en la provincia de Alberta.

En noviembre de 2012, algunos que al momento vivíamos en Jerusalén experimentamos lo que se siente correr hacia la seguridad de un albergue contra bombas cuando Hamás comenzó a disparar misiles de largo alcance contra la ciudad.

Y por el lado sirio de la frontera, dicha nación se encuentra sumida en una guerra civil entre Assad y las fuerzas rebeldes, y sobre 100,000 personas ya han muerto. Assad amenaza destruir a Israel con armas químicas, y recientemente recibió unos misiles S-300 de Rusia. Además, Irán rápidamente desarrolla armamentos nucleares. Ante tales amenazas, Israel abastece sus habitaciones para refugio, procura máscaras antigás, y se prepara para la posibilidad de que Israel pueda realizar una ataque preventivo contra Irán.

Un Salmo de Confianza:
Por lo tanto, ¿qué hacemos los cristianos cuando el mundo parece desmoronarse a nuestro alrededor?

El Salmo 46:1 dice: “Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.” Este salmo se conoce como el “Salmo de Confianza.” Nos recuerda varias veces que el Señor nos ayudará en tiempos de tribulación o peligro. Podemos confiar que Dios estará con nosotros en cada momento, y que está dispuesto y es capaz de ayudarnos.

Cuando primero llegué a Israel, una de las primeras palabras en hebreo que aprendí, además de shalom (paz), fue balagán. Significa “caos.” Dios es todo lo que necesitamos en medio del balagán. Cuando los días oscurecen, descienden nubes de tormenta y todo se convierte en caos, Él es nuestro Shalom. Operación Pilar Defensivo, una operación militar de la Fuerza de Defensa Israelí en respuesta a los misiles disparados desde la Franja de Gaza en 2012, también se conoce como Operación Columna de Nube. Esa es una referencia directa a la nube que Dios colocó sobre los hijos de Israel mientras huían de Egipto. La ayuda de Dios no sólo fue real hace miles de años, sino que Israel sabe muy bien que Dios es su pronto auxilio en tiempos actuales de tribulación.

La palabra hebrea para “refugio” es jasá, que significa tomar refugio o huir a un lugar seguro, como a una torre alta, una fortaleza o un refugio contra bombas. La palabra hebrea que da lugar al término “pronto” es matsá, que significa ser hallado, encontrado o descubierto. La frase en el texto hebreo añade la palabra meod para enfatizar que la protección de Dios es muy grande. Dios ha evidenciado ser más que suficiente en nuestros momentos de dificultad. De hecho, la frase hebrea entera es muy enfática: ezrá betzarot nimtsá meod, que literalmente significa: “Su ayuda en nuestras dificultades es hallada muy grande.”

Sabios judíos dicen que HaShem (literalmente, “el Nombre”) no sólo nos defiende sino que también nos fortalece durante la batalla. Él es nuestro refugio cuando nos protege del ataque del enemigo. Es nuestra fortaleza cuando nos defendemos y derrotamos a nuestro enemigo. Cuando vemos cómo Dios salva al pequeño y débil Israel de amenazas por parte de poderosas naciones, podemos reconocer que el auxilio de Dios es verdaderamente grande.

Cuando Dios instruyó a Moisés sobre la construcción del Tabernáculo, tenía la intención de que fuera Su habitación en medio de los hijos de Israel. La palabra hebrea para tabernáculo es mishkán, y se usa 139 veces en el Antiguo Testamento. Esa palabra es mencionada más veces que cualquier otro objeto, y el diccionario bíblico Anchor dice: “La Palabra de Dios esencialmente gira en torno a la habitación de Dios con el hombre, esperando que el hombre decida recibir el regalo del sacrificio de Su hijo, y entonces éste habita con Él.” Ese es el tema de toda la Biblia: Dios desea habitar con nosotros y hace lo necesario para que nosotros habitemos con Él.

Dios Redimirá a Su Pueblo:
¿Y cómo debemos responder si sabemos que Dios está con nosotros? El verso 2 del Salmo 46 dice: “Por tanto, no temeremos aunque la tierra sufra cambios, y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares.” Lo que se describe allí es un desastre natural de proporciones catastróficas. Los montes caen al mar y la tierra es removida.

El Salmo 46 es introducido con la nota “Salmo de los hijos de Coré.” Los coraítas eran descendientes de Leví, la línea sacerdotal (1 Crón. 9:19). En Números 16, leemos que Coré se rebeló contra Moisés y Aarón en el desierto, y Dios, en Su ira, abrió la tierra y tragó a Coré y todos que estaban de su lado. Pero hubo un remanente justo entre los coraítas que sobrevivió, y estos se convirtieron en músicos dedicados a la adoración en el Templo. Si los hijos de Coré escribieron este salmo, ¡quizás recordaban la trágica historia de su familia cuando la tierra literalmente los tragó!

Aunque los hijos de Coré recordaban dicho evento, también veían el futuro cuando Israel sería amenazado por ejércitos y erupciones catastróficas, lo suficientemente fuertes como para afectar el mundo entero. Un evento de ese tipo fue cuando Senaquerib, el rey de Asiria, vino contra Jerusalén en 701 a. C.

El incidente es registrado en Isaías 36 y 37. Los asirios habían acabado de demoler a Laquis, y tornaron su vista a Jerusalén. Se burlaron de los judíos sobre el muro, jactándose de que un asirio podía destruir a 2,000 judíos. Pero entonces el rey Ezequias rogó a Dios para que los salvara, y el ángel del Señor salió y mató a 185,000 soldados asirios durante la noche. Los judíos sentados sobre el muro miraban mientras Dios los redimió sin que tuvieran que levantar un solo dedo en su defensa.

Los sabios judíos creen que otro evento catastrófico que los hijos de Coré veían en el futuro en el Salmo 46 era la Guerra de Gog y Magog, cuando los ejércitos del mundo rodearán la Ciudad Santa de Dios y atacarán a la ciudad de Jerusalén, evento que tiene que suceder antes de la venida del Mesías. Así como Dios dio la victoria sobre los asirios, Dios también demostrará a las naciones que Él es el Creador y Juez del Universo, y rescatará a Su pueblo escogido de sus poderosos enemigos.

Reinos serán Sacudidos:
En el simbolismo bíblico, los montes se refieren a reinos. La Escritura nos dice que los reinos de la tierra serán sacudidos. Hemos visto eso en los últimos dos años con la “Primavera Árabe” del Medio Oriente. Los reinos han sido sacudidos, todavía son conmovidos, y muchos han caído. El verso 3 del Salmo 46 dice: “Aunque bramen y se agiten sus aguas, aunque tiemblen los montes con creciente enojo...” Aquí, las palabras “creciente enojo” se refieren principalmente a una creciente arrogancia y orgullo. Dios humillará a todos los reinos que se enaltecen en arrogancia y orgullo. Todos conocemos naciones orgullosas y jactanciosas, pero su futuro no será próspero, como tampoco lo fue para el imperio jactancioso de Senaquerib.

Un Río que Fluye:
El Salmo 46:4 podría tener un carácter mesiánico. Pasamos de repente desde un mar embravecido y destrucciones terrestres a un río muy pacífico. “Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, las moradas santas del Altísimo.”

Este río alegrará a los habitantes de Jerusalén. El río al que el salmista se refiere puede ser el Manantial de Gihón. Ezequías hizo cambiar su trayectoria al cavar un túnel hasta la ciudad, y el río salvó las vidas de los habitantes de Jerusalén durante un asedio enemigo.

El significado aquí es que la ciudad de Dios, Jerusalén, será un lugar de paz y tranquilidad en medio del caos que abunda en las naciones vecinas. Jerusalén es el lugar donde habita Dios y desde donde es adorado. Un comentarista judío dice: “Aunque toda la tierra de Israel es morada de Dios, el lugar más santo (donde habita Su espíritu con mayor intensidad) es Jerusalén y el Templo Santo.”

El río también pudiese referirse al futuro río en Apocalipsis 22:1-2. “Después el ángel me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, en medio de la calle de la ciudad. Y a cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce clases de fruto, dando su fruto cada mes; y las hojas del árbol eran para sanidad de las naciones.”

Durante la Fiesta de Tabernáculos, los sacerdotes tenían la tradición de cargar vasijas de agua desde el Estanque de Siloé (en hebreo, Shiloaj) al Templo. El agua representaba la vida dada por Dios. Cuando Jesús se encontró en el Templo el último día de la Fiesta, clamó a gran voz: “Si alguien tiene sed, que venga a Mí y beba. El que cree en Mí...‘de lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva’” (Juan 7:37-38).

Seguridad en Su Presencia:
La historia nos ha evidenciado que los muros y las fortalezas no salvaron a Jerusalén. Sus muros cayeron muchas veces a lo largo de los siglos. Cuando los arqueólogos comenzaron a excavar la ciudad, descubrieron numerosas capas de escombros entre las ruinas, algunos hasta sobre 60 pies (18 metros) bajo tierra, indicando las veces que fue destruida. Históricamente, Jerusalén fue capturada por lo menos 40 veces y asediada por lo menos 23 veces.

Jerusalén fue completamente destruida en por lo menos dos ocasiones, la primera por los babilonios bajo el liderato de Nabucodonosor (2 Reyes 25:8-10) y nuevamente por los romanos bajo Tito en el año 70 d.C. Ambas destrucciones fueron catastróficas.

Los muros nunca salvaron a Jerusalén de la destrucción, ni tampoco lo harán ahora. Quien lo salvará será la presencia de Dios (YHVH)* dentro de sus muros. El Salmo 46 mira hacia el futuro cuando la ciudad ya no será más atacada o destruida, cuando los enemigos nunca más la asediarán. Cuando el León de Judá levante Su voz y la tierra se disuelva, Jerusalén encontrará su seguridad en Su presencia – mientras las demás naciones temblarán.

Si la tierra literalmente se derretirá cuando Dios levante Su voz, el final de esas naciones será verdaderamente catastrófica, según lo describe Zacarías 14:12: “Esta será la plaga con que el SEÑOR herirá a todos los pueblos que han hecho guerra contra Jerusalén: se pudrirá su carne estando ellos aún de pie, y se pudrirán sus ojos en sus cuencas, y su lengua se pudrirá en su boca.”

Dios está en Medio Nuestro:
“Dios está en medio de ella, no será sacudida; Dios la ayudará al romper el alba” (Salmo 46:5).

Según las Escrituras, Dios tiene una larga historia de estar “en medio de (...)” Estuvo en medio del fuego con Sadrac, Mesac y Abed Nego para cubrirlos y protegerlos con Su presencia viva (Dan. 3:25). Cuando salieron de las llamas, la liberación fue tal que ni siquiera olían a humo.

Dios quiere que sepamos que en cualquier etapa de la vida que nos encontremos, Él está con nosotros. Algunos atraviesan soledad debilitante, otros sufren de dificultades económicas, traición, rechazo, enfermedad o extrema tristeza. Dios quiere que sepamos que Él está con nosotros en medio de todas esas circunstancias. Y cuando salgamos de las llamas de la prueba, nuestra liberación será tan total que ni siquiera oleremos a humo.

Una noche fuimos a un recital musical en la Escuela de Música Yuval de Jerusalén. Los jóvenes estudiantes de Yuval orgullosamente demostraban su incipiente talento musical sobre el escenario. En cierto momento, cuatro muy pequeños violinistas subieron confiadamente con sus violines miniaturas. Pero una pequeña niña de cómo cuatro años estaba tan asustada que comenzó a llorar. Nuestros corazones se sintieron conmovidos por su angustia. Nadie sabía qué hacer para ayudarla.

Entonces su padre corrió hacia la tarima, la abrazó y la sentó detrás de los otros niños. Se arrodilló a su lado y le puso el violín debajo de la quijada. Aunque no sé si llegó a tocar alguna nota en toda la presentación, probablemente fue el momento más significativo para mí en toda la noche. Cuando los jóvenes violinistas terminaron la pieza, ese sabio y amoroso padre tomó a su hija en los brazos y la bajó del escenario.

¡Qué cuadro tan precioso de nuestro Abba (Padre) celestial, quien nos abraza en nuestros momentos de angustia! No nos ayuda porque somos buenos, sino porque somos Sus hijos. Y está listo a correr a nuestro rescate cuando nos sentimos abrumados. Como el padre de esa niña, quien sabiamente decidió no removerla de la tarima sino quedarse a su lado durante toda la pieza musical, es posible que nuestro Abba no nos saque de las situaciones en que nos encontremos, pero está a nuestro lado y en medio nuestro.

En Medio de Israel:
Recientemente busqué en el Internet el término “Milagros en Israel” y pasé una tarde fascinante leyendo historias de milagros sobrenaturales, la mayoría ocurrida durante las horas más oscuras de Israel, cuando las naciones árabes rodeaban a Israel y amenazaban con barrerlo del mapa como nación y como pueblo. Dios estuvo en medio de Su pueblo e intervino a su favor.

Luego de la milagrosa victoria que Israel experimentó durante la Guerra de los Seis Días, los medios de comunicación atribuyeron la conquista al General Moshe Dayán. Pero Dayán sabía quién realmente era responsable por la victoria de Israel. Escribió algo sobre un papel y lo insertó entre las piedras del Muro Occidental. Lo que escribió fue el Salmo 118:23 – “Obra del SEÑOR es esto; admirable a nuestros ojos.”

Los asirios, babilonios, romanos, griegos, nazis y muchos otros, todos han batallado contra el pueblo de Dios, pero luego desaparecieron. Habrá un momento en que Dios dirá: “¡Basta ya!” Todas las guerras cesarán para siempre. Dios romperá el arco, cortará la espada en dos y detendrá las armas más modernas del mundo, como la AK47, aunque sean 75 millones.

Milagros de Granizo y Nieve:
En diciembre de 2012, Rick Ridings, el director de Succat Hallel, Casa de Oración en Jerusalén, tuvo una visión en que vio cómo seres angelicales protegían a Israel mientras se movían por las fronteras de Israel como llamas sobre los siete brazos de una menorá (o candelabro). Luego vio cómo Dios ubicó a cuatro grandes ángeles, dos en la frontera con Siria y dos en la frontera con el Líbano. Esos ángeles tenían toda la autoridad para manejar los vientos y los elementos climatológicos allí.

Ridings dijo: “El 8 de enero, salió un reportaje diciendo que los sirios estaban mezclando componentes químicos para crear unas armas explosivas. Informes de inteligencia dijeron que esos químicos podrían ser transportados en un misil o avión en cuestión de dos o tres horas.” Obviamente, ese informe ocasionó gran consternación respecto a la seguridad en Israel.

Al día siguiente, el 9 de enero, llegó a Jerusalén una poderosa tormenta de nieve. Los medios de comunicación la describieron como la tormenta más feroz en los pasados 20 años. Hubo ráfagas de viento y lluvia por todo Israel, pero una densa nevada cayó sobre Jerusalén.

Los expertos de seguridad dicen que cuando ocurre ese tipo de fuerte viento y copiosa lluvia, las armas químicas no funcionan o pueden ser sopladas nuevamente en dirección de donde provienen. Nadie puede asegurar con certeza lo que el Presidente Assad hacía o planeaba, pero el severo evento climatológico llegó el día después de que se escuchara sobre los preparativos sirios en usar armas químicas.

Job 38:22-23 dice: “¿Has entrado en los depósitos de la nieve, o has visto los depósitos del granizo, que he reservado para el tiempo de angustia, para el día de guerra y de batalla?”

A muchos nos extrañó el inusualmente continuo y fuerte viento en Jerusalén durante la primera mitad de 2013. ¿Será posible que el Señor protegía a Israel con Sus reservas de viento, granizo, lluvia y nieve?

El término hebreo de rafa para “estén quietos” no sólo significa aquietar, sino también disminuir o dejar caer algo, como se pueden dejar caer las manos. Significa bajar la guardia y permanecer tranquilo ante nuestro Dios.

Rashi, uno de los comentaristas judíos más destacados del Tanaj (Génesis a Malaquías) añade un poco más. Él cree que en ese verso, Dios habla a las naciones. Cuando Dios les dice, “Estén quietos,” significa: “¡Desistan! Desistan de su asalto contra Jerusalén.” ¡Suelten sus armas! Esa es la advertencia de Dios a las naciones antes de que rompa sus arcos y lanzas en dos.

A lo largo de los siglos, Dios ha protegido a Su pueblo cuando se ve rodeado del enemigo, e interviene de manera milagrosa. Dios interviene cuando Israel se encuentra en dificultades con la intención de que el Dios de Israel sea exaltado. Su nombre es Adonai Tzevaot, ¡el comandante de los vastos ejércitos del cielo! Sin importar lo que el mundo haga, arreglará todas las cosas, salvará a Su pueblo y será exaltado.

Por Kathy DeGagné,
Escritora de Puentes para la Paz

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