Una mezcla religiosa
Algunas personas creen hallar en
ciertas prácticas basadas en las filosofías orientales (como el yoga, etc.) una
serenidad y sosiego que serviría de introducción a la meditación cristiana.
Pero la naturaleza de ésta es totalmente diferente.
Esas filosofías consideran el cuerpo como una escalera que conduce hacia lo
divino. Por el contrario, la fe cristiana es aceptar la gracia divina. Esta
gracia se encuentra en una persona: Dios Padre, Hijo, Espíritu Santo. Esta
gracia me interpela cuando leo la Palabra de Dios; por este medio, él mismo
viene a visitarme. Es Dios quien tiene la iniciativa. En cambio en el
pensamiento del hinduismo, tengo yo la iniciativa de disolverme con el «todo»
impersonal, considerado como divino… Estos dos caminos son completamente
diferentes.
La Palabra de Dios es clara. No podemos postrarnos ante un altar donde la
imagen de uno de esos grandes maestros divinizados del hinduismo está
representada, sin reconocer que hacemos una ofrenda a falsos dioses, es decir,
a los ídolos. Hoy tenemos la impresión de que podemos construirnos una
religión, una mezcla religiosa personalizada según lo que nos convenga, según
la moda… Todo eso no tiene nada que ver con la fe. La fe es la adhesión a
Cristo, que dio todo por mí, que me salvó y a quien doy toda mi vida. Si le di
toda mi vida, no soy dueño de mí mismo, pues no puedo dar mi vida a Dios y al
mismo tiempo a los falsos dioses. ¡Es imposible!
Con
todo mi corazón te he buscado; no me dejes desviarme… En mi corazón he guardado
tus dichos… Oh Señor; enséñame tus estatutos… Abre mis ojos… Salmo 119:10-12,
18
Tú eres grande, y
hacedor de maravillas; sólo tú eres Dios. Salmo 86:9-10
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