Por encima de nosotros
Incluso
si estamos impresionados por el ingenio humano, por su ciencia y sus
descubrimientos, debemos reconocer que el hombre tiene un poder limitado.
En cambio, Dios sí posee un poder infinito y nada ni nadie puede poner trabas a
sus planes ni impedirle cumplir sus designios.
El mundo material está regido por las leyes naturales. Pero detrás de éstas
podemos discernir al autor de ellas, es decir, a Dios, el gran Administrador.
El hombre sólo es una criatura, pero Dios es el Creador. Todo está sometido a
su control. Todo se desarrolla en acuerdo con su objetivo eterno.
Infinitamente por encima de nosotros, él es omnisciente, omnipotente. Ningún
problema y ninguna dificultad pueden sorprenderlo o sobrepasar su sabiduría.
Como es todopoderoso, nadie puede ponerle resistencia; como es santo, su ira se
enciende contra el pecado. Como es fiel, las profecías y las promesas de su
Palabra, la Biblia, se cumplen indefectiblemente. Como es justo, su juicio
caerá sobre los que practican la injusticia.
Pero como es amor, dio a su Hijo unigénito, Jesucristo, “para que todo aquel
que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Como Dios es
un Padre lleno de bondad y de misericordia para todos los creyentes, todas las
cosas ayudan a bien a los que lo aman (Romanos 8:28).
Zacarías, el padre de Juan el Bautista, anunció que Cristo venía “para dar
conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados… para dar luz
a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros
pies por camino de paz” (Lucas 1:77-79).
Dios es grande, pero no desestima a nadie; es poderoso en fuerza
de sabiduría. Job 36:5
Él nos amó primero. 1 Juan 4:19
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