EL SALMO DE LOS SALMOS: Salmo 145
El reciente
titular en un periódico del este de Estados Unidos leyó: "¿Por qué no
estábamos más preparados?" El artículo discutía la calamidad acaecida en
esa parte del mundo cuando se encontró en el camino del Huracán Sandy, y
lamentaba el hecho de que la gente no estaba preparada para enfrentar tan
terrible tormenta. Según el artículo, tampoco los programas de emergencia y las
compañías de electricidad estaban preparados para prestar ayuda luego del
desastre.
La preparación
es un tema que parece estar en las mentes de la gente en estos días a medida
que la comunidad global brega con serias amenazas y más frecuentes desastres
naturales. ¿Estamos listos para atravesar trastornos financieros? Algunos se
preguntan si el mundo está preparado para la venida del Mesías. Muchos quieren
saber si el mundo está listo para tener a un Irán con poder nuclear, o si
Israel está listo para bregar con las muchas amenazas militares que enfrentará.
La Biblia
atestigua que, a través de la historia, la nación de Israel ha invertido mucho
tiempo en la preparación. Ya sea animando a Su pueblo para la batalla,
construyendo, almacenando, refugiándose o buscando de Dios, el Señor aclara que
la preparación y el estar preparado son conceptos muy cercanos a Su corazón.
El verbo kun aparece sobre 200 veces en las
Escrituras, y su contraparte griega también se encuentra docenas de veces.
Según el diccionario expositivo de palabras griegas y hebreas Vine, kun se refiere a otra clase de preparación que simplemente tener en
mano las llaves del auto cuando salimos por la puerta. Significa estar sólidamente preparado, que introduce
otra raíz hebrea a nuestro estudio: baná,
usada docenas de veces a través de toda la Biblia, y significa construir algo
sólido e inmutable. Es el término que Dios usó cuando le dijo a Noé que
"construyera" el arca. Le dijo que creara algo sólido, inmutable e
indestructible para que él y su familia estuviesen firmemente preparados para
lo que habría de venir.
Sólidamente Preparado:
Uno de los
primeros ejemplos en la historia de Israel sobre la importancia de ese tipo de
sólida preparación se encuentra en la historia de José. Por medio de sueños, el
faraón es advertido sobre una hambruna, pero también le es revelado el tipo de
preparativos que debe hacer para salvar a Egipto de la destrucción. Por otro
lado, José sigue la dirección de Dios y Egipto es sólidamente preparado para
esa liberación milagrosa cuando el hambre finalmente llega. Pero la preparación
para esa milagrosa liberación realmente comenzó con la lucha entre José y sus
hermanos. Si no hubiesen sentido tanto celos de él para atacarlo y venderlo a
una caravana que pasaba por ahí, José no hubiese tenido la posición de cumplir
el plan de Dios y rescatar a los egipcios del hambre. Claramente, así como se
mueven las fichas del ajedrez, Dios planifica, dirige y posiciona a Su gente
para que estén listos para los eventos que sólo Él puede prever.
Su gente, sin
embargo, también tiene que cumplir con su parte, y hay muchos ejemplos bíblicos
sobre la importancia de hacer los preparativos apropiados. Los sacerdotes de
Israel, por ejemplo, eran responsables por ofrecer los sacrificios para toda la
nación, intercediendo por su liberación y conduciendo al pueblo a la adoración
en el Templo. Pero invertían bastante tiempo en actos preparativos,
específicamente el tiempo y el modo en que deberían bañarse, cómo vestían y
cómo dormían la noche antes de sus ritos. Todos los detalles eran claramente
descritos porque debían prepararse sólidamente según las instrucciones de Dios.
Los
cristianos reconocemos ese principio hebraico en muchas de las enseñanzas de Yeshúa (Jesús) y de Sus apóstoles
mientras caminaban por la tierra de Israel, y también hay muchas instrucciones
rabínicas que enfatizan la importancia de estar preparado. Una de mis maneras
favoritas de preparación tiene que ver con la oración. De hecho, los rabinos
dicen que podemos, y debemos, orar por cualquier circunstancia. Debemos
encontrar por lo menos 100 razones al día para bendecir y dar gracias a Dios.
El apóstol Pablo reitera ese principio cuando nos exhorta a que nos acerquemos
confiadamente ante el trono de Dios (Heb. 4:16), y luego nos dice que oremos
sin cesar (1 Tes. 5:17).
Pero existe
otra clase de oración, según los rabinos, que requiere preparación para
alcanzar un profundo encuentro personal con el Señor del Universo. De hecho,
ellos recomiendan una previa hora de silenciosa meditación y estudio de la
Palabra de Dios para que el corazón se encuentre en sólida preparación. Sólo
entonces podremos estar preparados para una íntima interacción con Dios,
bañarnos en Su amor, escuchar Su voz y ser fortalecidos en anticipación a
cualquier cosa que nos venga en contra.
Preparados en el Pasado y el Presente:
El llamado de
Dios a Israel para que esté preparado continúa vigente hoy día. Así como en
tiempos antiguos, Israel se encuentra en medio de un vecindario muy malo,
rodeado por naciones que procuran hacerle daño. Como resultado de esas
actitudes, es necesario que esté constantemente en estado de preparación.
Yo me crié en
un pueblecito de como 400 habitantes en el centro de Estados Unidos. No tenía
tasa de crimen porque nunca había robos, asaltos ni asesinatos. Era un lugar
tranquilo y pacífico, y nunca usábamos llaves para las casas. Nadie ponía
seguros a sus puertas y, aunque a veces uno pudiese llegar para ver el niño de
otra familia jugando en la sala, las puertas no tenían que estar aseguradas.
Pero cuando me fui a la universidad, no fui tan afortunada. Viví en un
vecindario muy peligroso, y pronto tuve que aprender la importancia de cerrar
la casa con llave, asegurar las ventanas, aprenderme los números de teléfono de
emergencia y dejar prendidas las luces del patio. Mi súbita lección en
seguridad se debió al área donde vivía. Mi vecindad, como la de Israel, era un
lugar amenazante. Israel se esmera en proveer seguridad a sus ciudadanos y a
sus muchos visitantes, organizar servicios de ayuda social y de emergencia, y
entrenar y equipar a la milicia para que la nación esté sólidamente preparada,
venga lo que venga.
La Preparación más Importante:
No obstante,
en el judaísmo y el cristianismo existe una fuerte creencia en otro tipo de
preparación: la preparación espiritual. Ambas comunidades creen que nuestras
instrucciones para esa preparación se encuentran en la Biblia, nuestro libro de
instrucciones para la vida, dado por el Creador del Universo.
Los rabinos,
sin embargo, se preguntan: ¿qué haría uno si no pudiese tener toda la Biblia?
Muchos cristianos modernos, por ejemplo, viven bajo extrema persecución y no
tienen la libertad de tener la Biblia entera. Los sabios preguntan que si esa
fuera la situación, cuál libro de la Biblia sería mejor tener? ¿Debería ser uno
de los cinco libros de Moisés? ¿Uno de los profetas? ¿Job o Daniel?
La respuesta
casi universal entre los maestros de Israel es que sería el libro de los
Salmos. Allí, dicen ellos, uno puede encontrar la revelación sobre la
naturaleza y el carácter de Dios, Su relación con Israel y las naciones,
historia, profecía y todo lo que necesitaríamos saber sobre nuestro Creador,
todo hilvanado en puro deleite y asombro.
Nos dicen que
una bendición nos espera cada vez que recitemos un salmo, y una bendición
cuadruplicada cada vez que llevemos los salmos a la calle por medio de nuestra
acción y conducta. Pero los rabinos tienen una pregunta adicional: ¿Qué pasaría
si uno no pudiese tener todo el libro de los Salmos? Si uno pudiese tener uno
sólo, ¿qué salmo sería? Otra vez, casi todos los rabinos concuerdan que debe
ser el Salmo 145.
Conocido como
"el Salmo de los Salmos," esos hermosos versos son parte de la
liturgia judía y recitados tres veces al día. Hay varias razones por la cual el
judaísmo presta tanta atención a ese particular salmo de David. En hebreo,
contiene 150 palabras. Ese no es un accidente, dicen los sabios, porque el
libro completo de los Salmos tiene 150 capítulos. El salmista destiló el
corazón de todo el libro en esas 150 palabras. Más aún, casi todos los versos,
con algunas excepciones, son separadas en frases por la palabra "y."
Esa palabra se representa en hebreo con la letra "vav," una letra recta como la flecha en símbolo de la
verdad. El Salmo 145 no sólo nos trae la plena revelación de Dios y Su deseo
respecto a Su creación, sino que cada verso proclama: "¡Es verdad, es
verdad, es verdad!”
Cuando se lee
dicho Salmo, puede comenzar con otros versos, incluyendo el Salmo 144:15, que
termina diciendo: "Bienaventurado el
pueblo cuyo Dios es el Señor." Los sabios dicen que sólo podremos
comprender el Salmo 145 en el contexto del Salmo 144. Dicen que ambos fueron
escritos por David a finales de su vida para celebrar sus victorias militares,
pero son muy diferentes uno del otro.
El Salmo y la Espada:
El Salmo 144
cae en la categoría de literatura "marcial," común entre las culturas
tanto antiguas como modernas mundialmente. Ese género enfoca la conquista
militar, enaltece los éxitos de los héroes y soldados, y exalta los logros en
la guerra. Sin embargo, el Salmo 144 es un poco distinto por la manera en que David
expresa la actitud judía hacia la guerra y los guerreros. No exalta a los
soldados en esa canción porque los soldados no pueden atribuirse la victoria ni
la resultante gloria. Son meros instrumentos en las manos de su Dios, y lo
reconocen así. Él es quien se encarga de la lucha. Él es quien adiestra las
manos para la guerra y los dedos para la batalla (v. 1). El Poderoso es quien
pelea contra el enemigo, somete al atacante y protege a Su pueblo (v. 5-7).
Dios es el triunfador, y la gloria sólo pertenece a Él, no a David ni a sus
valientes guerreros. Dios da la salvación a Su pueblo, y David, más que nadie,
reconoce que su espada sangrienta no es algo digno de alabar o de anhelar, sino
que es un mal necesario (v. 9-10). Dios le aclara eso cuando no le permite
construir el Templo debido a tanta sangre en sus manos (1 Crón. 22:7-8). Mucha
de esa sangre fue derramada por orden de Dios, pero David reconoce que no es
algo que le debe alegrar. Es un mal necesario.
La espada
puede ser necesaria para poder combatir contra los hostiles vecinos de Israel,
como hoy día, pero es algo que siempre debe ser deplorado. Por esa razón, David
quiso crear una nueva clase de literatura, una nueva canción que no fuese de
fuerza y poder. Anhelaba un salmo sobre la pureza y la santidad, sobre el poder
y la bondad de Dios; un canto de alabanza a Dios, quien merece todo el crédito
por las victorias de David. Él es el Dios quien libra a Su pueblo de los que
procuran destruirlo, y no sólo por amor a ellos sino por Su propio Nombre. Esos
enemigos también odian a Dios, según David. De la misma manera, los que
procuran destruir a Israel hoy día también están en guerra contra el Dios de
Israel. Son Sus enemigos, y Él los protege y los libra.
Por otro
lado, el Salmo 145 representa el corazón de David, ese apasionado israelita y
rey guerrero, mientras describe a Dios y enaltece Sus obras. David quiere que
todo el mundo reconozca que Dios nos ha dado todo lo que tenemos, según Sus
propósitos: nuestro aliento, nuestra vida, nuestra energía, nuestra vitalidad;
todo es un regalo continuo de Dios.
Él es un Dios
que constantemente otorga la vida, protege la vida, bendice la vida, y bendice
al mundo con vida. Y nosotros, como David, no podemos evitar ser atraídos a Él
con ese irresistible amor. Nos atrae, y sigue atrayendo, hacia una comunión
cada vez más íntima. Eso ocasiona que le amemos a un nivel más profundo, nos
estimula a amarle más, y nos mantiene en un perpetuo bello y maravilloso ciclo
de amor.
El Inescrutable Dios:
David es más
elocuente cuando describe la majestad, la magnificencia y la grandeza de Dios.
De repente, las escenas majestuosas y poderosas de la creación, como el Gran
Cañón en América, las Montañas Rocosas en Canadá, los vastos océanos y las
galaxias celestiales son nuestro contexto visual para comprender el asombroso
Dios.
Sin embargo,
nuestra comprensión sobre la grandeza y majestad de Dios es tan limitada como
una mera gota en el mar. Somos intelectualmente incapaces de verdaderamente
comprenderle, por lo cual es necesaria la fe. Y en Su increíble, infinito y
majestuoso poder, decidió ponerse la creación como un vestido, según nos dice
el Salmo 93:1: "El SEÑOR reina,
vestido está de majestad; El SEÑOR se ha vestido y ceñido de poder; ciertamente
el mundo está bien afirmado, será inconmovible."
A medida que
absorbemos eso, podemos comenzar a ver quién es Dios. Y cuando lo vemos, caemos
de rostro en tierra y alabamos el Nombre de tan asombroso Dios. Él es
inescrutable en poder, pero también es íntimo y accesible. Él es quien nos
conforta en medio de la noche, nos consuela cuando lloramos, nos caliente
cuando sentimos frío y nos anima cuando tenemos miedo. Él es quien tiene
contados los cabellos de nuestra cabeza, quien nos ama íntimamente,
apasionadamente, tiernamente. Él es quien siempre está presente en el momento
justo, de la manera justa, cada vez.
Los rabinos
nos hacen otra pregunta. Si Dios es tan inescrutable, tan omnisciente y tan
comprometido a abrir Su mano y cuidarnos en todas nuestras necesidades y
anhelos, ¿por qué tenemos que clamar a Él, como dice en los versos 18 y 19 del
Salmo 145? ¿Por qué permite Dios que nos metamos en situaciones incómodas, o en
circunstancias que nos obliguen a llorar? Ellos responden diciendo: a Dios le
gusta escuchar nuestra voz. Quiere escuchar el sonido de tu voz. Por eso permite que caigas en ciertas situaciones que te
ocasionen a acercarte y clamar a Él. Pero David aclara que ese insondable Dios
nunca dejará que tu llanto quede sin responder.
En el verso
16, dice: "Abres Tu mano, y sacias
el deseo de todo ser viviente." Sí, clamamos con desesperación cuando
estamos en urgente necesidad. Cuando tenemos miedo, o pensamos que algo
terrible le ocurrirá a nuestros hijos, o cuando no tenemos suficiente dinero,
Él nos escucha. Pero también se interesa en nuestros anhelos. Hace muchos años, cuando recientemente me había
convertido, estaba preocupada por algo; obviamente carecía de fe. Mi mentora en
el momento me dijo: "¿Qué te pasa, Cheryl? No crees que Dios te va a
cuidar y dar lo que necesitas?" Yo le respondí: "O, sí, yo sé que me
dará lo que necesito. Son mis anhelos lo que me preocupan." ¡Debí haber
leído el Salmo 145! Él conoce todas nuestras necesidades, pero también se
interesa en darnos cada deseo íntimo y escondido. ¡Qué Dios tan increíble!
El verso 18
continúa diciendo: "El SEÑOR está
cerca de todos los que Lo invocan, de todos los que Lo invocan en verdad."
Es importante notar que ese verbo "está cerca" en hebreo se expresa
en tiempo futuro. El salmista no sólo habla acerca de los que clamaron a Él en
tiempos de angustia, sino de quienes continúan clamando a Él. Esos no se deben
desanimar porque no reciben una respuesta inmediata. No deben pensar que Dios
no les escucha o que no se preocupa por ellos. Si continúan clamando, continúan
confiando, y continúan esperando en Él, verdaderamente dependerán de Dios. Esas
son las voces que a Dios le gusta escuchar; esos son los clamores que contesta.
Una Nueva Clase de Canción:
Se dice que
el Salmo 145 fue escrito por David, un guerrero, un rey, un líder, el más
grande luchador en la historia judía, para celebrar sus victorias militares.
Pero cuando usted lo lee, descubrirá que no hay una sola palabra sobre triunfo
militar, ni nada militar, en el salmo. No es una canción épica, a diferencia
del Salmo 144, o un himno al Dios que truena en los cielos y lucha por Israel.
No es una celebración de victoria militar. Para algunos, eso pudiera sonar
extraño, pero los rabinos dicen que David no necesitaba mencionar las victorias
de Dios porque Su victoria era un hecho seguro. El asombroso Dios de
inescrutable poder y fuerza no puede perder, ni nunca perderá. Las experiencias
de David en el campo de batalla evidenciaron eso de manera increíble, aunque
también a veces de manera dolorosa.
El deseo de
David fue de celebrar la persona de Dios al dejarnos ver pequeños atisbos de Su
majestad, grandeza y enormidad, además de Su esencia, incluyendo Su ternura,
intimidad y amor apasionado que David conocía tan de cerca. En otros salmos,
David pregunta: "¿De quién
temeré?" Y nosotros también podemos preguntarnos: "¿Cómo podré
temer nada ni nadie cuando sé que ese increíble Dios es mi Dios?"
Ese es el
Dios quien sostiene a Israel en la palma de Su mano. Ese es el Dios quien nos
sostiene a cada uno de nosotros en este y todo momento. Sin importar lo que
enfrentamos, las catástrofes o los desastres naturales que sobrevienen a la
comunidad global, no hay nada que debamos temer. Nada. La victoria es un hecho
seguro. Lo único que podemos hacer es caer con rostro en tierra y alabar a
Dios, el Dios de David, el Dios de Israel. Entonces estaremos preparados para
enfrentar cualquier cosa que nos venga en contra.
Por Rev.
Cheryl Hauer,
Directora de
Desarrollo Internacional
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