EL MESÍAS – MASHÍAJ
Tanto los judíos como los cristianos añoramos la
venida del Mesías. Sin embargo, éste ha sido tema de tanta disputa que ha
creado enorme división entre el cristianismo y el judaísmo. La mayor disputa
gira en torno a la identidad del Mesías. Los cristianos creemos que Jesucristo
(Yeshúa HaMashíaj) es el Mesías. Los
judíos están igualmente convencidos de que no es el Mesías. El rechazo judío de
Yeshúa como el Mesías ha propulsado
la persecución cristiana contra los judíos durante siglos. ¿Qué espera el
pueblo judío del Mesías? ¿Por qué el pueblo judío rechazó a Yeshúa como Mesías? ¿Se llegó a
identificar Yeshúa como el Mesías?
Reconozco que tomaría varios libros para tratar adecuadamente este tema, pero
es meritorio e importante que lo tratemos en este corto Estudio de Israel.
Definición de Términos:
La palabra hebrea para Mesías es mashíaj (משיח), y literalmente significa “el ungido.” Esta palabra
proviene de la raíz mashaj (משח), que significa “ungir, untar
con aceite, o consagrar.” La palabra mashíaj
aparece 39 veces en el texto hebreo del Más Antiguo Testamento, aunque
generalmente aparece traducido como Mesías sólo dos veces. Las restantes veces,
esa palabra aparece traducida simplemente como “el ungido.” Surge de la antigua
costumbre israelita de verter aceite sobre la cabeza de una persona cuando es
asignada a un puesto de autoridad. La palabra griega para Mesías es Cristos, traducido al español como
Cristo, que es el título descriptivo de Su Persona. Cuando usamos Su nombre en
reverencia, es una afirmación de fe, reconociendo que “Jesús es el Ungido.”
También lo podríamos decir en hebreo, Yeshúa
HaMashíaj.
Todos podemos pensar en una
palabra que tiene diversos significados, aún dentro del mismo idioma. De la
misma manera, los cristianos y los judíos a veces hablamos de un tema
teológico, y luego nos damos cuenta que no nos estamos entendiendo. El judío
ortodoxo Moshe Kempinski lo explica de esta manera: “Hasta los últimos días,
nuestras comunidades continuarán usando ciertas palabras y terminología con
significados distintos, lo cual inevitablemente conducirá a la mal
interpretación y confusión.”
Mashíaj es una de esas palabras. El problema es que esa
palabra se usa en la Biblia para referirse también a sacerdotes, reyes y
profetas ungidos, y no únicamente al Mesías. “Si el que peca es el sacerdote ungido [mashíaj], trayendo culpa sobre el
pueblo, que entonces ofrezca al SEÑOR un novillo sin defecto como ofrenda por
el pecado, por el pecado que ha cometido” (Levítico 4:3). “Y dijo a sus hombres: El SEÑOR me guarde de
hacer tal cosa contra mi rey, el ungido [mashíaj] del SEÑOR, de extender contra él mi mano, porque es el ungido [mashíaj] del SEÑOR” (1 Samuel 24:6). “No toquéis a mis ungidos [mashíaj], ni hagáis mal a mis profetas” (1 Crónicas
16:22). “Así dice el SEÑOR a Ciro, su
ungido [mashíaj], a quien he tomado
por la diestra…” (Isaías 45:1).
El Concepto Judío del Mesías:
He participado en convocaciones masivas al aire libre
en Israel donde se han reunido sobre 100,000 personas cantando “Mashíaj, Mashíaj, Mashíaj.” Ha sido un
momento electrificante, expresando su profundo anhelo de ver llegar el Mesías.
Las palabras fueron escritas por el rabino Moshe ben Maimón, mejor conocido
como Maimónides o Rambám (1135-1204 d.C.). Él desarrolló los 13 Principios de
Fe, la más reconocida declaración de fe judía. El número 12 dice: “Creo con
perfecta fe en la venida del mashíaj,
y aunque se demore, aún lo espero cada día.”
¿QUÉ ESPERA EL PUEBLO JUDÍO DEL MESÍAS?
1. Será un gran líder político, descendiente del Rey
David (Jeremías 23:5).
2. Conocerá muy bien la Ley Judía, y guardará los
mandamientos (Isaías 11:2-5).
3. Será un líder carismático, inspirando a otros para
que sigan su ejemplo.
4. Será un gran líder militar, quien ganará muchas
batallas para Israel.
5. Será un gran juez, quien tomará decisiones justas.
Restaurará el sistema judicial religioso de Israel y establecerá la Ley Judía
como la ley de la nación (Jeremías 33:15).
6. Traerá redención política y espiritual al pueblo
judío, devolviéndolo a la tierra de Israel y restaurando a Jerusalén (Isaías
11:11-12; Jeremías 23:8, 30:3; Oseas 3:4-5).
7. Establecerá un gobierno en Israel que será el
centro de un gobierno mundial para judíos y gentiles (Isaías 2:2-4, 11:10,
42:1).
8. Reconstruirá el Templo y restablecerá la adoración
(Jeremías 33:18).
(www.jewfaq.org)
Muchos autores judíos opinan que ha habido numerosos
candidatos al Mesías, y que han aparecido durante diversos tiempos en la
historia. Wikipedia identifica a siete
tales mesías (incluyendo Jesús) entre los años 6 y 135 d.C. El sitio web judío http://www.jewfaq.org
explica: “Se ha dicho que en cada generación, nace una persona con el potencial
de ser el mashíaj. Si es el tiempo
correcto para la era mesiánica durante la vida de esa persona, entonces esa
persona será el mashíaj. Pero si esa
persona muere antes de completar la misión del mashíaj, entonces esa persona no era el mashíaj.”
El rabino Hayim Halevy Donin, en su libro To Be a Jew [Ser Judío] explica: “El
pensamiento judío nunca ha concebido al Mesías como un Ser Divino. Siendo
representante ungido de Dios, el Mesías será una persona que producirá la
redención política y espiritual del pueblo de Israel por medio del retorno de
los judíos a su tierra ancestral de Eretz
Ysrael [Tierra de Israel] y la restauración de Jerusalén a su previa
gloria. Iniciará una era caracterizada por la perfección moral de toda la
humanidad y la coexistencia armoniosa de todos los pueblos, libre de guerra,
temor, odio e intolerancia (ver Isaías 2, 11 y Miqueas 4). Reclamantes al
título mesiánico han surgido durante varios momentos en la historia judía. El
criterio por el cual han sido juzgados es: ¿Logró hacer todo lo que el Mesías
debiera hacer? Según ese criterio, ninguno ha cualificado. La era mesiánica aún
está por venir. El restablecimiento del Estado Judío en nuestros tiempos, y la
restauración de la unificada Jerusalén como capital del Estado, hace que muchos
judíos devotos tengan la esperanza de que este tiempo sea el inicio de dicho
proceso de redención que finalmente conducirá a la realización de todos los
demás ideales inherentes a la creencia mesiánica.”
El hecho de que muchas promesas proféticas
concernientes a la Era Mesiánica aún no hayan sido cumplidas dificulta que el
pueblo judío piense en Yeshúa como el
Mesías. El rabino Yechiel Eckstein dice: “Ese concepto resalta una de las diferencias
más fundamentales entre el judaísmo y el cristianismo: la creencia cristiana de
que el Mesías ya vino, y la insistencia judía de que el Mesías aún no ha
venido. El judaísmo afirma que la salvación personalizada y la santidad
individualizada están inevitablemente incompletas por estar indisolublemente
ligadas a la redención mesiánica de Israel y del mundo. Por otro lado, el
cristianismo afirma que el Mesías ya ha venido, y que el individuo puede
alcanzar la plenitud y el cumplimiento espiritual al aceptar a Jesús como su
Salvador y Redentor personal. La misión judía es de producir la plenitud y el
cumplimiento del hombre y del mundo, ¡de hacer venir el Mesías! La continua
existencia del mal y el sufrimiento en el mundo, y el continuo misterio de cómo
ha sobrevivido el pueblo judío, rinden testimonio elocuente de que la misión
judía aún está incompleta, de que el mundo aún debe ser redimido.”
¿Se llegó a identificar Yeshúa como el Mesías?
Yeshúa vivó como judío ortodoxo durante
el primer siglo de Israel en tiempos extremadamente turbulentos. El pueblo judío
estaba en servidumbre bajo el cruel y opresivo gobierno romano. Deseaban que el
Mesías los viniera a libertar y, por lo tanto, había gran expectativa
mesiánica. El autor judío Gershom Gorenberg lo describe de la siguiente manera:
“Jesús apareció durante esos siglos de fermentación. El cristianismo no es
producto de un simple judaísmo, sino de un judaísmo que ardía de expectativa,
parado en puntillas y listo para saltar hacia los Tiempos del Fin. En el
Evangelio de Marcos, las primeras palabras proclamadas por Jesús fueron: ‘El
reino de Dios se ha acercado.’ La nueva fe afirmó que el mesías había realmente
llegado, haciendo que el tiempo subsiguiente fuera como una pausa antes de que
completara su labor.”
¿Yeshúa se
declaró como el Mesías? La mayoría de los cristianos rápidamente dirían que sí.
Es cierto, pero si alguien quiere refutarlo y decir que Yeshúa nunca se identificó como el Mesías, veremos que no hay una
frase en el Más Nuevo Testamento donde expresamente hubiese dicho: “Yo soy el
Mesías.” No obstante, si tomamos en cuenta la mentalidad hebraica, podemos
acertar que Yeshúa realmente sí se
identificó como el Mesías. Lo hizo en muchas maneras directas e indirectas.
Quizás tuvo cautela, porque muchos en ese tiempo estaban alegando ser el
Mesías. Pero Yeshúa demostró ser el
Mesías en palabra y en hecho. Habló usando costumbres hebreas y frases
mesiánicas de las Escrituras Hebreas. También sabía que Sus hechos validarían
Su identidad, cumpliendo los pasajes claramente mesiánicos. Cualquiera que
hubiera procurado a un Salvador espiritual lo hubiera reconocido como el Mesías
Prometido.
“Hijo del Hombre”
A través de los cuatro evangelios, Yeshúa frecuentemente se denominó como el
“Hijo del Hombre,” título que proviene directamente de Daniel 7:13-14. El
ampliamente aceptado título de bar enash
(originalmente en arameo, y no hebreo) describe una figura mesiánica de origen
celestial: “Seguí mirando en las visiones
nocturnas, y he aquí, con las nubes del cielo venía uno como un Hijo de Hombre,
que se dirigió al Anciano de Días y fue presentado ante El. Y le fue dado
dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le
sirvieran. Su dominio es un dominio eterno que nunca pasará, y su reino uno que
no será destruido.”
Cuando Yeshúa usó
ese título, estaba declarando que había venido del cielo en una misión espiritual.
Esteban, mientras era apedreado, describió la misma visión celestial en Hechos
7:56: “He aquí, veo los cielos abiertos,
y al Hijo del Hombre de pie a la diestra de Dios.” En todas partes, Yeshúa se identificó como el Hijo del
Hombre, declarando a la vez que era el Mesías. Sin lugar a dudas, Yeshúa dijo que tenía toda la autoridad
para perdonar pecados porque era el Hijo del Hombre (Mateo 9:2, 5-6; Marcos
2:5, 9-10; Lucas 5:23-24, 7:47-48; Juan 3:14).
“Hijo de Dios”
Cuando Yeshúa
tenía 12 años, se quedó atrás en
Jerusalén mientras sus padres partieron hacia Nazaret. Cuando se dieron cuenta que
no estaba con el grupo, lo buscaron hasta encontrarlo en el Templo, enfrascado
en profunda discusión con los eruditos. Yeshúa
asombraba a los maestros del Templo por Su entendimiento de las Escrituras
(Lucas 2:46-50). Cuando María le preguntó qué estaba haciendo, respondió: “¿Por qué me buscabais? ¿Acaso no sabíais
que me era necesario estar en la casa de mi Padre?” (v. 49). Aún de niño, Yeshúa se refería a Dios como “Mi
Padre.” Continuó usando ese término durante toda Su vida, ¡mencionado en los
evangelios un total de 44 veces!
El Dr. Robert Lindsey, fallecido autor cristiano que
vivió mucho tiempo en Jerusalén, explicó el significado de esa frase “Mi Padre.”
Dijo: “Muchas oraciones de la sinagoga contienen la frase, ‘Padre nuestro [avinu] que estás en los cielos,’ y Jesús
enseñó a Sus discípulos una oración que también comienza con ‘Padre nuestro que
estás en los cielos.’ Sin embargo, la expresión ‘Mi Padre [aví]’ debió parecerle impropia a los judíos de esa época. Sólo una
vez aparece la frase ‘mi Padre’ con referencia a Dios en las Escrituras
Hebreas, y se encuentra en el Salmo 89, donde habla acerca del Mesías venidero.
El verso 26 dice: ‘El clamará a mí: “Aví
atá, Mi Padre eres tú…”’ Así vemos que el Mesías tiene derecho de llamar a
Dios ‘mi Padre.’ Estoy seguro que los rabinos del tiempo de Jesús enseñaban al
pueblo para que dijesen ‘Padre nuestro que estás en los cielos,’ porque dirían
que ‘mi Padre’ estaba reservado sólo para el Mesías. El verso en 2 Samuel 7:14
también contiene una profecía del Mesías: ‘Yo
seré padre para él y él será hijo para mí.’ Ese verso contiene el indicio
de un Mesías venidero que será hijo de Dios. En base al Salmo 89:26, 2 Samuel
7:14 y Salmo 2:7, era comúnmente aceptado que el Mesías sería el hijo de Dios,
aunque esos versos no contienen la frase ‘hijo de Dios.’ Lo que aparece en esos
versos es, ‘El clamará a mí: “Mi Padre
eres tú,”’ ‘Yo seré padre para él y él será hijo para mí,’ y ‘Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy.’
Esa es la manera hebraica de expresar la identidad del Mesías, y es la manera
en que el Espíritu Santo habló y la manera en que Jesús habló.”
Cumplimiento de la Profecía:
Cuando Yeshúa
se encontró un shabat (sábado) en
Nazaret, su ciudad de crianza, asistió a la sinagoga y fue honrado con la
invitación de leer una porción del rollo de la Torá (Gén. – Deut.). Abrió el rollo y leyó los versos en Isaías
61:1-2, los que eran comúnmente percibidos como mesiánicos: “‘El Espíritu del Señor DIOS está sobre mí,
porque me ha ungido el SEÑOR para anunciar el evangelio a los pobres. Me ha
enviado para proclamar libertad a los cautivos, y la recuperación de la vista a
los ciegos; para poner en libertad a los oprimidos; para proclamar el año
favorable del SEÑOR.’ Cerrando el libro, lo devolvió al asistente y se sentó; y
los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en El. Y comenzó a decirles: Hoy
se ha cumplido esta Escritura que habéis oído” (Lucas 4:18-21).
No hay duda de que los hombres de esa sinagoga
comprendieron que Yeshúa se estaba
proclamando como Mesías. Continuó brevemente Su discurso, y luego “todos en la sinagoga se llenaron de ira
cuando oyeron estas cosas, y levantándose, le echaron fuera de la ciudad…”
(Lucas 4:28-29). Esas personas no aceptaron que Yeshúa fuese el Mesías, pero claramente entendieron que se estaba
denominando como tal. Y podemos ver que Yeshúa
ciertamente cumplió la profecía mesiánica de Isaías 61:1-2, porque sanó a multitud
de enfermos y restauró la vista a muchos ciegos.
Declaraciones Claras:
En unas cuantas ocasiones, Yeshúa más claramente se denominó como el Mesías. En Juan 4,
mientras hablaba con una mujer samaritana en las afueras de la ciudad de Sicar,
“la mujer le dijo: ‘Sé que el Mesías
viene (el que es llamado Cristo); cuando El venga nos declarará todo’”
(Juan 4:25). En una de las declaraciones más abiertas de Su identidad como
Mesías, respondió a la mujer diciendo: “Yo
soy, el que habla contigo” (v. 26).
Otra declaración indiscutible que hizo Yeshúa fue durante Su juicio ante el
sumo sacerdote Caifás, los principales sacerdotes, los ancianos y los escribas
(Mateo 26:57-68; Marcos 14:53-65; Lucas 22:66-70, 23:2). Según el relato en
Marcos, el sumo sacerdote le preguntó a Yeshúa
directamente: “¿Eres tú el Cristo, el
Hijo del Bendito? Jesús dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la
diestra del Poder y viniendo con las nubes del cielo” (Mar. 14:61-62).
Robert Lindsey comenta: “Los sumos sacerdotes y maestros de la ley claramente
comprendieron la declaración mesiánica de Yeshúa.
Aunque no le creyeron, no hubo manera de refutar su significado: Yeshúa declaró que era el Mesías, ¡el
Hijo del Hombre y el Hijo de Dios! Por esa razón, lo llevaron ante Pilato para
ser castigado. Para ellos, Sus declaraciones eran blasfemias, mientras que para
otros, eran divinas.”
En Juan 17:3, Yeshúa
oró al Padre, diciendo: “Y esta es la
vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a
quien has enviado.”
Aunque Yeshúa
sabía que era el Mesías, y lo comunicó en varias ocasiones, también ordenó a
algunos a quienes había sanado de su enfermedad que no lo contaran a nadie. Y cuando
Simón Pedro hizo su gran confesión de fe diciendo: “Tú eres el Cristo [el Mesías],
el Hijo del Dios viviente,” Yeshúa le respondió: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo
reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mateo
16:16-17). En el verso 20, leemos: “Entonces
ordenó a los discípulos que a nadie dijeran que El era el Cristo [Yeshúa Ha Mashíaj].”
El propósito de la primera venida de Yeshúa era morir por los pecados de la
humanidad, de ser el Salvador del mundo, proveyendo un camino para que
pudiésemos entrar ante la presencia de un justo e intachable Dios. Durante esa
primera manifestación, Yeshúa cumplió
muchos, pero no todos, de los textos proféticos mesiánicos. Esperamos con
entusiasmo el día cuando veamos el cumplimiento del resto de las profecías.
Algunos han sugerido que Yeshúa vino aquella vez para ser Mesías sólo para el mundo gentil,
aparte de los judíos. Pero Él mismo declaró:
“No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mateo
15:24). Y cuando Yeshúa se preparaba
para ascender al cielo, claramente reveló Su plan de incluir a los gentiles en
las bendiciones del reino de Dios: “Id,
pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he
mandado” (Mateo 28:19-20a). Eso fue predicho por Simeón cuando llevaron el
bebé Yeshúa al Templo: “Ahora, Señor, permite que tu siervo se vaya
en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación la cual
has preparado en presencia de todos los pueblos; luz de revelación a los
gentiles, y gloria de tu pueblo Israel” (Lucas 2:29-32). Dios siempre quiso
que la salvación llegara a Israel y entonces a los demás pueblos del mundo.
Comprendiendo el Mundo Hebraico de Yeshúa:
Como hemos visto hasta ahora en este corto estudio, Yeshúa definitivamente se identificó como
el Mesías. Aunque nunca dijo textualmente “Yo soy el Mesías,” o “Yo soy el Hijo
de Dios,” dejó ver muy claramente que era el Mesías según el contexto del
judaísmo del primer siglo. Por eso es importante que los cristianos
comprendamos el mundo hebraico en el cual Yeshúa
se movía e interactuaba. Robert Lindsey recalcó: “Cuando uno lee los
evangelios, debe tener siempre en mente que las palabras y las ideas originales
fueron expresadas en hebreo con un trasfondo rabínico. Hoy día, esas cosas son
totalmente foráneas para la mayoría de los cristianos. Escondidas dentro del
texto bíblico hay palabras y conceptos hebraicos, pero su significado no estaba
escondido de los judíos del primer siglo porque claramente comprendían lo que a
nosotros nos parece un tanto nebuloso. Si queremos conocer mejor quién era Yeshúa y lo que dijo, necesitamos comprender
mejor el idioma que hablaba y el entorno en que vivía.”
Futura Esperanza:
Los cristianos estamos esperando ansiosamente la
venida de Yeshúa. De hecho, vemos
muchas señales de los postreros tiempos, según fueron detallados por los
profetas hebreos.
¡No estamos solos en esa expectativa! Muchos de
nuestros amigos judíos también están esperando el cumplimiento de la profecía
bíblica, en expectativa del olam habá
(mundo por venir). David Rubin, un judío ortodoxo residente de Silo (ciudad
antigua donde estuvo varios años el Tabernáculo), cree que el día vendrá cuando
los fieles de la Biblia (tanto judíos como cristianos) estaremos unidos. Cita a
Zacarías 14:9, que dice: “Y el SEÑOR será
rey sobre toda la tierra; aquel día el SEÑOR será Uno, y Uno Su nombre.” Lo
explica así: “En otras palabras, en aquel día, no habrá más confusión o
descuerdo entre judíos y cristianos respecto al Mesías o cualquier otro tema
teológico. Todos los desacuerdos teológicos que trágicamente han sido
catalítico, e incluso excusa, para tanto dolor y derramamiento de sangre judía
en el pasado, permanecerán en el pasado. Habrá una unidad sin precedente entre
los pueblos del mundo con el deseo de adorar a Dios de manera correcta, la cual
será muy evidente para todos ese día.”
En años recientes, he estado en conversación con
muchas personas judías, incluyendo rabinos ortodoxos, donde se ha discutido el
concepto de un futuro en que todos seguiremos juntos al Mesías. Una de las
sugerencias que frecuentemente surge es que, cuando venga el Mesías, debe
formarse un comité para preguntarle, “Señor, ¿has estado aquí anteriormente?”
En una de dichas conversaciones, un amigo judío me
preguntó que si era posible que hubiese dos maneras de ir al cielo, una para
los judíos y una para los cristianos. Mi amigo judío se hubiese sentido más
cómodo si le hubiese dicho que sí, pero no pude hacerlo. Le respondí, yo creo
en el Shemá: “Escucha, oh Israel, el SEÑOR es nuestro Dios, el SEÑOR uno es. Amarás
al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza”
(Deuteronomio 6:4-5). Continué diciéndole: “Quizás no estemos de acuerdo ahora
mismo con la identidad del Mesías, pero sólo hay un Mesías, al igual que sólo
hay un Dios. Cuando venga, ambos le seguiremos.” ¡Oro para que pronto venga y
establezca la Era Mesiánica que tanto anhelamos los judíos y los cristianos!
Por Rev. Rebecca J. Brimmer
Presidenta Internacional y CEO
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