Una mala excusa
«¡Hay
tantas cosas incomprensibles en la Biblia que ya no la leo!», decía alguien.
Reconocemos que hay pasajes difíciles en la Biblia; ella misma lo afirma cuando
habla de cosas “entre las cuales hay algunas difíciles de entender” (2 Pedro 3:16).
Pero la mayor parte de ella presenta cosas muy sencillas que incluso están al
alcance de un niño.
Por ejemplo: “No hay justo, ni aun uno… no hay diferencia, por cuanto todos
pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:10, 22-23). Si
usted es sincero, reconocerá que ha comprendido, porque esto le concierne. Cada
uno de nosotros necesita ser liberado de esta triste condición de pecador
perdido lejos de Dios.
De
una manera muy sencilla, Dios nos explica cómo podemos ser liberados de la
justa condenación que alcanzará a todos los que no se hayan puesto en regla con
él. “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31). Este versículo
no presenta ninguna dificultad de comprensión, de modo que nadie podrá decir:
«No sabía cómo ser salvo». A los que rechazan ese mensaje de salvación, el
Señor Jesús declara: “No queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5:40).
No busquemos falsas excusas; leamos la Biblia con oración; Dios, quien nos
conoce muy bien, nos la hará comprender progresivamente.
Abre mis ojos, y miraré las
maravillas de tu ley. Salmo 119:18
Jesús dijo: Te alabo, Padre,
Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y
de los entendidos, y las revelaste a los niños. Mateo 11:25
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