La manifestación de la bendición
La bendición fue la misión de Jesús. Él fue enviado por
Dios para restaurar lo que se había perdido en el huerto de Edén a causa del
pecado de Adán.
Jesús expresó lo siguiente: «El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése
es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me
manifestaré a él» ( Juan 14:21).
Ese versículo aclara muy bien que Jesús desea revelarse a nosotros. No está
evadiéndonos de ningún modo. Él está totalmente disponible. Por tanto, si no
estamos disfrutando de Su presencia y de Su poder en nuestra vida, es por una
razón: No estamos realizando lo que Él nos indicó que hiciéramos. No estamos
guardando Sus mandamientos. ¿Por qué? Por una cosa, la mayoría de cristianos no
tienen bien claro qué mandamientos deben guardar.
Lo único que conocen son los 10 mandamientos del Antiguo Testamento.
Sin embargo, Jesús tiene mucho más en mente. Cuando Él nos dijo que guardáramos
Sus mandamientos, se refería a todo lo que se encuentra en la PALABRA escrita y
a cada instrucción del Espíritu Santo: incluyendo lo que indicó en Juan 13:34:
«Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado,
que también os améis unos a otros».
Ese mandamiento en particular es muy importante. En éste se resume todo lo que
Jesús dijo e hizo, pues Él es amor. Por consiguiente, guardar Sus mandamientos
es vivir en la manifestación del amor.
Quizá usted diga: "¡eso suena como algo difícil de realizar! Yo no puedo
hacerlo”. Sí, sí puede y yo también, se lo explicaré: Dios nos ha llamado, nos
ha equipado y nos ha dado el poder para lograrlo. Él ha depositado de Su amor
en nuestro interior (Juan 17:23). Él ha derramado Su amor sobre nuestros
corazones por el Espíritu Santo (Romanos 5:5).
Dios jamás planeó que tratáramos de cumplir Sus mandamientos en nuestras
propias fuerzas. Él quiere que los cumplamos, los guardemos y se vean a través
de nosotros por el poder de Su Espíritu habitando en nosotros.
¡Dios tiene gran capacidad de hacerlo! Él puede cumplir el mandamiento del amor
a través de nosotros, justo como lo hizo por medio de la vida de Jesús.
Enviado para traer a manifestación LA BENDICIÓN Al igual que los discípulos de
Jesús, poseemos el mismo equipamiento espiritual que Él tuvo mientras estuvo en
la Tierra. Jesús no tenía nada especial o alguna ventaja sobrenatural. Como
nosotros, Él dependía por completo del poder y de la unción de Dios. Él dijo:
«Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio
mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar» ( Juan 12:49).
Por tanto, meditemos en eso por un momento. ¿Qué vio y escuchó Jesús del Padre
que hizo de Él la manifestación perfecta del amor? ¿Cuál fue la dirección
principal que Jesús recibió del Padre con relación a Su misión en la Tierra?
Sencillo: El Padre lo envió para bendecirnos. En Hechos 3:25-26, se nos
confirma eso. Pedro le estaba predicando acerca de Jesús a los judíos de
Jerusalén en el día de Pentecostés, y les proclamó lo siguiente: «Vosotros sois
los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres,
diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la
tierra. A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió
para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad» (mi
énfasis).
De acuerdo con esos versículos, en la mente de Dios, LA BENDICIÓN siempre ha
sido de vital importancia.
(Un día, Él me indicó por qué ésta forma parte de la primera página de la
Biblia). Pues desde el principio, Su propósito para la simiente de Abraham; es
decir Jesús, ha sido bendecir a todas las familias de la Tierra. ¡Jesús sabía
eso! Él lo había visto en las Escrituras. Jesús escuchó cuando Su Padre le
declaró en el libro de Génesis a la humanidad: «…Fructificad y multiplicaos;
llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread…» (Génesis 1:28). LA BENDICIÓN fue
la misión de Jesús. Él fue enviado por Dios para restaurar lo que se había
perdido en el huerto de Edén a causa del pecado de Adán. ¡Él fue enviado para
bendecirnos! ¿Cree que Jesús hizo algo más que esa tarea? ¡No! Cada respiro que
tomó, cada palabra que expresó y cada cosa que realizó fue a la luz de lo que
Dios le envió a hacer. Por esa razón, Él fue a la Cruz. Y lo hizo para
redimirnos de la maldición… y para que LA BENDICIÓN de Abraham llegara a los
gentiles por medio de Él (Gálatas 3:13-14).
Alerta: Robo de la bendición en proceso Teniendo en mente que la misión de
Jesús es bendecir, permítame decirle algo: ¿Por qué expresó lo escrito en Juan
14:21? ¿Por qué nos mandaría, ordenaría, guiaría o indicaría que hiciéramos
algo así? Le diré la razón: ¡Porque nos llamó a llevar a cabo Su misión! ¡Así
es! Todo lo que Jesús nos ha pedido realizar, es con l fin de investirnos con
el poder de LA BENDICIÓN.
Nos dio cada uno de Sus mandamientos para que LA BENDICIÓN se manifestara a
través de nosotros, pues de esa manera Él se manifestará a Sí mismo.
Tomemos como ejemplo la instrucción que se encuentra n Mateo 18:15: «Por tanto,
si tu hermano peca contra ti, ve repréndele estando tú y él solos; si te oyere,
has ganado a tu hermano». ¿Por qué nos dio ese mandamiento? Porque es una
situación que puede robar la bendición. El diablo atrae alguien al pecado y a
la maldición. La misión de Jesús, y a nuestra, es restaurar LA BENDICIÓN en ese
hermano. Por esa razón, nos dijo cómo hacerlo.
Quizá usted afirme: “Sí, pero no me siento bendito al hacer eso; pues aún estoy
molesto con ese sujeto”. ¡Esto no es un asunto de emociones! Si Satanás logra
que usted siga sus emociones, lo atará y matará con éstas. El enemigo tratará
que usted actúe como las personas que Jesús mencionó en Mateo 13:15: «…los
oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos,
y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan…».
Como creyente, usted no pertenece a ese grupo de personas, ¡ciegos y sordos
espirituales! Usted pertenece al grupo que Jesús describió en el siguiente
versículo.
Usted es de las personas a las que Él se refirió, cuando declaró: «Pero
bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen»
(versículo 16).
¿Qué está usted viendo y escuchando La PALABRA de Dios —La PALABRA del Reino
(versículo 19)—. La Palabra causa que usted sea bendito, pues cuando usted la
escucha y abre su corazón a ésta, es transformado. ¡Es cambiado! Por lo menos,
eso es lo que espero que usted haga. Me hice a esa idea hace 45 años. Y como
resultado, la PALABRA de Dios ha cambiado mi manera de pensar y de hablar. Ésta
cambió mi forma de actuar, y la manera en que veo las cosas.
Kenneth
Copeland
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