EL MUNDO OCCIDENTAL ESTÁ ENCEGUECIDO
Muchos en Israel y el Occidente han denunciado a los aborrecibles asesinatos de
Toulouse en días recientes, y algunos han extendido sus denuncias para incluir
el origen a la inspiración para el jihadista Mohammed Mareh y los semilleros de
incitamiento fundamentalista islámico. Sin embargo, casi todos evitan señalar
con su dedo hacia el islam como la religión que, como línea de producción
masiva, es fuente de dichos fenómenos, organizaciones y asesinatos.
Tales ataques terroristas en Israel y el extranjero tienen la intención de
matar a tantas personas como sea posible, y a veces a niños. La industria
terrorista no reconoce fronteras ni puede ser saciada. Sólo para el año 2010,
la cifra oficial de asesinatos por causa del terrorismo y la violencia islámica
fue sobre 29,832 personas. El número verdadero podría ser aún más alto.
Sin embargo, en el Occidente, donde estándares dobles son una vocación y la
ingenuidad una forma de arte, la gente de repente ve el horror de esas víctimas
y se siente indefensa. No tan sólo carecen de la imaginación para aceptar que
la cultura musulmana pueda alentar esa horrible violencia, sino que prefieren
condenar a los supuestos “verdaderos culpables”: el colonialismo occidental, la
ocupación israelí, el imperialismo americano o el apoyo occidental de algunos
líderes árabes codiciosos y corruptos.
Por eso, un profesor británico de Oxford, Tariq Ramadan, que apoya el
terrorismo, disfruta de tan espléndida hospitalidad occidental y es huésped
distinguido en casi todos los foros académicos relevantes en el Occidente. El
enviado del Presidente Barack Obama al Golfo Pérsico es el imán Feisal Abdul
Rauf, aunque ha alegado que la política de EE.UU. contribuyó a los ataques de
Septiembre 11, y no percibe a Hamás como una organización terrorista.
En estos momentos, casi todos los grupos terroristas provienen del mundo
musulmán, y algunos ni siquiera vacilan en ejecutar a niños, como en Itamar y
Toulouse. Sin embargo, vemos que florece una asombrosa alianza entre los más
destacados miembros intelectuales del Occidente e Israel, que aparentemente
defienden la igualdad, la democracia, los derechos humanos y los derechos de la
mujer y otras minorías, a pesar de que los fanáticos islámicos crudamente
pisotean todos esos valores.
En el Occidente e Israel, tal hipocresía y ceguera no es nada nuevo. En ese
mismo espíritu, Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir pudieron totalmente negar
la existencia de los actos horríficos de Stalin y Mao Zedong aún cuando había
tanta evidencia de ello. Cuando es la élite intelectual quien define a los
hijos de la luz y los hijos de las tinieblas, el ídolo de los izquierdistas,
Sartre, puede surgir como portavoz para los hijos de la luz, mientras que
personas como Albert Camus, quien se atrevió condenar a los crímenes del
comunismo soviético, es criticado por ser hijo de las tinieblas.
En este día y tiempo, cuando el que exalta la violenta y represiva religión y
cultura islámica es premiado con cuestionable gloria, no vemos a muchos Camus
que se levanten. Por el momento, tenemos que recurrir a personas como David
Grossman y Amos Oz, quienes apelan a su santa furia literaria para explicar que
la culpa es completamente la del estado judío, y no de nuestros vecinos
musulmanes.
MOTIVO DE ORACIÓN: Ore para que personas valientes levanten su voz en contra de
la violencia y el horror del islamismo, y declaren las cosas tal y como son.
VERSO BÍBLICO: “Pero el SEÑOR permanece para siempre; ha establecido Su trono
para juicio, y juzgará al mundo con justicia; con equidad ejecutará juicio
sobre los pueblos” (Salmo 9:7-8).
(Porciones de un artículo por Shaul Rosenfeld, http://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-4207022,00.html, 24 de marzo de 2012)
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