OSEAS: RESPUESTAS DE AYER PARA LAS PREGUNTAS DE HOY
Parece como si todos hablaran de ello: los
periódicos, las revistas, y el Internet. Todos enfatizan los tiempos tan
difíciles que arropan al mundo. El suicidio ha aumentado mundialmente, y la
gente se siente abrumada por los problemas financieros y la moralidad
desalentadora. Sin embargo, los verdaderos creyentes en la Biblia saben dónde
encontrar respuesta a las preguntas más difíciles del momento. Dios nos habla
hoy día por medio de los profetas de la antigüedad, el mismo Dios que también
habló a Abraham y a Moisés cara a cara. Su mensaje, pronunciado hace miles de
años, sirve como libro de instrucción a los que vivimos hoy día durante tiempos
que se llaman “los dolores de parto del Mesías.”
Cuando el apóstol Pablo escribió su Epístola a los
Romanos (Rom. 15:4), animó a sus lectores diciendo que “todo lo que
fue escrito en tiempos pasados” (las Escrituras Hebreas) fue para enseñar y guiar a los que vendrían
luego. El autor del libro a los Hebreos nos recuerda que el Dios de Abraham,
Isaac y Jacob es el mismo ayer, hoy y por siempre, y Pablo recuerda a Timoteo
que toda la Escritura (refiriéndose a nuestro Antiguo Testamento) fue inspirada
por Dios (2 Tim. 3:16).
En otras palabras, las comunicaciones vivas y
eficaces de Dios con los hombres antiguos tenían un doble propósito: (1) Eran
parte de Su verdadera e íntima relación con ellos. (2) Esa eterna expresión del
Dios viviente tenía la intención de nutrir y sostener a Su pueblo a través de
las edades, incluso hasta el fin del mundo.
El apóstol Pedro recalcó que las palabras de los
santos profetas eran dignas de confianza y que deberían ser guardadas,
especialmente ahora cuando el día del Señor se acerca (2 Ped. 3:2). Dijo que
vendrían burladores que rechazarían la infalibilidad de la Biblia y enseñarían
falsa doctrina. La única defensa contra esos engañadores, dijo Pedro, es
comparar sus palabras con las expresadas por los profetas.
El Señor nunca levantó a profetas cuando el presente
y/o el futuro se veía esperanzador para Israel. Dios llamaba a los profetas
como fiscales, y a menudo acusaban a la nación, profetizando juicio y llamando
el pueblo al arrepentimiento. El Talmud
(comentario judío) dice que realmente vivieron miles de profetas durante la
antigua historia de Israel, más del doble que todos los israelitas que salieron
de Egipto durante el éxodo. Sin embargo, la mayoría compartieron mensajes que
eran relevantes sólo para los días en que vivieron y por eso nunca fueron
registrados.
El papel del profeta era tan importante para el
futuro del pueblo de Dios que los eruditos dicen que 44 autores de los 66
libros de la Biblia pueden identificarse como profetas. De esos libros, 17
pertenecen al género llamado “libros proféticos,” o nevi’im en hebreo. Cinco son denominados como profetas mayores, y
12 son denominados como profetas menores. Pero es importante recordar que esos
términos se refieren a la extensión de su libro y no a la importancia.
Según varias enseñanzas judías, Moisés fue el mayor
de todos los profetas, y él es el modelo por el cual los demás son evaluados.
La tradición judía dice que sólo un profeta antiguo se asemeja a Moisés en
cuanto a su impacto sobre el pueblo de Dios hasta el final de los tiempos, y
ese es el profeta Oseas.
El Hombre:
Oseas ofrece muy poca información sobre sí mismo,
aunque si estudiamos el contexto de la vida judía de sus tiempos, podríamos
conocerlo un poco mejor. Primeramente, sabemos que fue hijo de Beeri. Aunque
los cristianos conocemos muy poco sobre él, Beeri era un hombre bastante
conocido en el judaísmo.
Beeri es mencionado en 1 Crónicas 5:6 como un jefe
de la tribu de Rubén, y fue también profeta. Se dice que pronunció una muy
fuerte profecía contra los adivinos que servían como profetas a los cananeos.
Pero el mensaje fue tan corto que fue incorporado en otra profecía más larga,
encontrado en Isaías 8:19-20. Eso significa que fue criado en un hogar donde su
padre ejemplificó una vida de fidelidad al único Dios verdadero, un hogar donde
se discutía y se obedecía la Palabra de Dios, y donde se aborrecía la
idolatría.
Vemos otros detalles sobre la vida familiar de Oseas
por el nombre que el padre seleccionó para su hijo. Oseas proviene de la raíz
hebrea yasha, haciendo referencia a
la salvación o liberación de Dios. Otros nombres derivados de la misma raíz son
Josué, Isaías, y Yeshúa (Jesús). La
mayoría de los diccionarios bíblicos simplemente traducen el nombre de Oseas
como “salvación.” Sólo un hombre de Dios que hubiese creído que su hijo jugaría
un papel en la salvación de Israel escogería tal nombre.
Finalmente, Oseas 1:2 nos provee mayor conocimiento
sobre este profeta. La Nueva Biblia de los Hispanos traduce Oseas 1:2 de esta
manera: “Cuando por primera vez el SEÑOR habló por
medio de Oseas...” Podríamos asumir que ésta no fue la primera vez que Dios
hablaba a Oseas, sino que fue la primera vez en que habló al pueblo de Israel
por medio de Oseas. Ya el profeta estaría acostumbrado a esperar ante el Señor,
a escuchar Su voz y a actuar de manera correspondiente.
Los Días en que Vivió:
El ministerio
de Oseas duraría como 60 años, y vería la desaparición de la paz y prosperidad
de los reinos del norte y del sur de Israel al caer en confusión y miseria.
Ambos reinos se convirtieron en estados vasallos, abandonando al Dios de sus
padres y viviendo en depravación moral e idolatría. En el capítulo cuatro,
Oseas describe que los Hijos de Israel vivían sin verdad, misericordia y
conocimiento de Dios. Sólo existía el falso juramento, la mentira, el
asesinato, el robo y el adulterio.
El verso
nueve describe el sacerdocio en términos muy negativos. El Talmud dice que los sacerdotes conducían el pueblo hacia el pecado
para aprovecharse de sus muchos sacrificios que traían al Templo. El capítulo
cinco dice que los príncipes de Judá se convirtieron en ladrones comunes,
robando propiedades al mover las piedras que señalaban los linderos
territoriales.
Desde los
líderes de mayor rango hasta los ciudadanos menos destacados, Israel se dedicó
a sus propios intereses, apartándose del Señor y procurando librarse de Sus
estándares de conducta. En vez de depender de Dios por su estabilidad política,
formaron alianzas con las naciones paganas vecinas, algo que el Señor dijo era
inútil e insensato.
Su Asignación:
En medio de
ese ambiente social y político, el Señor habló a Oseas. Pero las instrucciones
de Dios le debieron haber sorprendido, como se sorprendería cualquier hombre
acostumbrado a escuchar e interpretar lo que el Señor mandaba a decir a Su
caprichosa nación. Oseas debió saber que ser profeta presentaba ciertos riesgos
ocupacionales. Dios a menudo ponía a Sus portavoces en lugares difíciles y
humillantes con tal de ilustrar Su mensaje. En esa ocasión, sin embargo,
pudiera parecer que se pasó de la mano: ¡¿casarse con una prostituta?! Pero eso
no era demasiado para Oseas. Las Escrituras narran su incuestionable
obediencia, aunque el Talmud añade la
siguiente historia:
Los rabinos
relatan un hermoso cuento que ilustra la vital importancia de la obediencia de
Oseas a la asignación inusual de Dios. Dicen que Dios le pidió que orara por la
nación de Israel e intercediera por ellos, esperando que Oseas pidiera
misericordia divina y le recordara que eran descendientes de Abraham, Isaac y
Jacob, amados por causa del Pacto. Pero Oseas estaba disgustado con Israel, y
en lugar de interceder por ellos dijo: “Señor del Universo, el mundo entero es
Tuyo. Destruye totalmente a este pueblo de dura cerviz y toma otra nación en su
lugar.” Dios entonces se preguntó: “¿Qué haré con este líder? Le mandaré que se
case con una prostituta y que tenga hijos, y luego le diré que los rechace y
los eche de la casa. Si lo hace, Yo también desecharé a Israel.”
En
obediencia, Oseas se casó con Gomer, prostituta e hija de prostitutas, y tuvo
tres hijos con ella. Según la narrativa del Talmud,
el primero en nacer fue llamado Jezreel;
el segundo, otro varón, fue llamado Lo-Ammí
(“No es Mi pueblo”); la tercera fue una niña, Lo-Ruhamá (“No hay Misericordia o Compasión”). Aunque el estilo de
vida de Gomer era cuestionable, y Oseas no podía estar seguro de que esos hijos
realmente fuesen de él, los sabios dicen que él amaba a Gomer, y era un esposo
y padre dedicado a su familia.
Cuando Gomer
regresó a su previa profesión, Oseas la volvió a comprar y pagó un precio muy
alto para redimirla de su pecado. Finalmente, según narra la tradición judía,
el Señor le dijo a Oseas que echara a Gomer y a sus hijos de una vez y por
todas. “Así como Moisés fue separado por un tiempo de su esposa, tú también
debes separarte de ella.” Pero Oseas no pudo obedecer tan rápidamente esta vez.
“Maestro del Universo,” clamó él en llanto, “¡No la puedo echar de mí! La amo y
amo a mis hijos.”
El Señor le
respondió con una pregunta: “Oseas, ¿por qué lloras?” Oseas respondió: “Señor,
por favor ten misericordia de mi esposa y mis hijos.” El Señor contestó
tiernamente a Oseas: “Tu esposa es una prostituta, y no sabes de seguro quién
es el padre de esos hijos, pero los amas y lloras por ellos. En cuanto a mí,
Israel es mi hijo amado, descendencia de Abraham, Isaac y Jacob. ¿No debo tener
la misma misericordia con ellos? Israel es mi amada posesión, ¿pero tú me
dijiste que la sustituya por otra nación?”
Oseas
finalmente reconoció su pecado al rechazar a Israel y pedirle a Dios que los
abandone. La experiencia de su propia relación matrimonial le enseñó el tipo de
compasión y compromiso que debería tener un profeta para poder llevar la carga
y compartir el mismo sentimiento de Dios por Sus hijos. Cuando reconoció la
profundidad del amor del Señor, Oseas rogó por misericordia y comenzó a
bendecir a Israel. Este cuento, cierto o no, ilustra la transformación en el
corazón de Oseas de ser simplemente profeta a Israel para ser también
intercesor por Israel.
Declarando el Amor del Pacto:
Las lecciones
aprendidas por Oseas en su relación con Gomer se pueden apreciar porque cada
aflicción que sufrirá Israel viene acompañada de una solución. La Biblia en
hebreo Stone Chumash, dice lo
siguiente:
“...la connotación
negativa de los nombres de los hijos [de Israel] será transformada a Ammí, Mi Pueblo, y Ruhamá, Objeto de Mi Misericordia. Desde unas predicciones
terribles sobre la degradación de Israel si continúa infiel en su prostitución,
el profeta presenta una profecía inspiradora sobre la futura seguridad y
grandeza espiritual de Israel. El mensaje termina con la conmovedora promesa de
que Dios tomará a Israel para Sí mismo en amor, justicia y fidelidad para todos
los tiempos.”
Luego de
advertir en Oseas 1:6, “...ya no Me
compadeceré de la casa de Israel...,” Dios promete: “...tendré compasión de la que no recibió compasión” (2:23). La
siniestra declaración en 1:9 de que “ustedes
no son Mi pueblo” se convierte en “Tú
eres Mi pueblo” (2:23). “Ella no es
mi mujer” de 2:2 se convierte en “Me
llamarás Ishí (esposo mío)” de 2:16. Luego de decir en 2:14 que llevará a
Israel al desierto, Dios promete hablar a su corazón. La fuerte acusación en
7:10 de que “no se han vuelto al SEÑOR su
Dios” se suaviza con “vuélvanse al
SEÑOR” (14:2).
Esas
profecías y sus marcados contrastes son evidencia de que aún cuando Dios está
airado con Israel, Su amor por Su pueblo sobrepasa todo eso. De la misma manera
en que Oseas continúa amando y viviendo con Gomer pese a su infidelidad, las
misericordias del Señor siempre estarán extendidas hacia Sus escogidos.
El Talmud narra la parábola de un rey que
se enojó con su esposa y declaró: “Me divorciaré de ella y no tendré piedad de
sus hijos. ¡Ella ya no es mi esposa y yo no soy su esposo!” El rey entonces
salió al mercado y compró unos bellos adornos de oro para que le fuesen
enviados. Sus vecinos se sintieron confundidos por la conducta del rey, pero
sus sirvientes explicaron: “¿Creen que el rey dejó de amarla porque estaba
enojado con ella? Ella no dejó de ser su esposa porque dijo tales cosas durante
un momento de ira.”
La profecía
de Oseas transmite el mismo mensaje. Aún si Israel provoca la ira del Señor, Su
amor no disminuye. Los sabios dicen que si Su afecto por Su pueblo es tal cuando
está enojado, ¡cuán infinitamente bello será al final de los días cuando viva
entre ellos en verdadera armonía!
Un Cuadro de Misericordia:
El libro de
Oseas depende fuertemente de ilustraciones para transmitir su intencionado
mensaje. La metáfora de Gomer, su prostitución y el amor incondicional de Oseas
son tangibles representaciones del mensaje de Dios. Sin embargo, la profecía de
Oseas culmina en el capítulo 14 con algunas de las imágenes más bellas de toda
la Biblia.
Aunque Dios
acusó a Israel de infidelidad y declaró claramente que lo castigaría, también
clarificó que sería restaurado. Dice que finalmente lo volverá a recibir como a
la esposa de Su juventud: “Yo sanaré su
apostasía, los amaré generosamente, pues Mi ira se ha apartado de ellos. Seré
como rocío para Israel; florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como los
cedros del Líbano. Brotarán sus renuevos, y será su esplendor como el del
olivo, y su fragancia como la de los cedros del Líbano” (Os. 14:4-6). Así
como el matrimonio de Oseas con Gomer, cada una de esas imágenes fueron
seleccionadas por el Dios del universo porque tienen la habilidad especial de
impartir Su mensaje.
- El Rocío:
La promesa de
Dios en ser como el rocío a Israel viene en respuesta a su constante necesidad
de agua. El rocío y la lluvia son bendiciones divinas, pero de entre ambos, el
rocío tiene mayor significado. La lluvia, aunque necesaria y de gran vitalidad
para la tierra, no cae de manera constante. A veces pueden experimentar largas
sequías como también tormentas con truenos, relámpagos e inundaciones que
ocasionan más daño que bendición. Sin embargo, el rocío es constante,
consistente y confiable. Llega cada mañana.
Incluso, los
rabinos dicen que la caída de lluvia depende de la conducta humana. Muchas veces
en las Escrituras la lluvia es retenida por causa de desobediencia, y la
cantidad de lluvia puede relacionarse con la calidad de su conducta. El Talmud señala que cuando los pastores de
Lot y Abraham pelearon por las tierras para pastar sus ovejas, los hombres
decidieron separarse. Lot escogió el camino fácil, las llanuras fértiles del
Río Jordán, mientras que Abraham escogió las tierras áridas de Canaán, que
requerían de lluvia. Por lo tanto, el sustento del pueblo siempre dependería de
cuánto obedecían al Señor.
Por otro
lado, la provisión del rocío nunca exige una conducta apropiada. Siempre viene
como una suave y constante bendición del Señor. Aún Elías, cuando declaró una
sequía en la tierra por causa de la conducta inmoral del pueblo, pudo detener la
lluvia pero no el rocío. Éste no depende de nuestras acciones, sino que
representa el amor incondicional de Dios, Su favor inmerecido y Su Pacto de jésed (misericordia).
- El Lirio:
Los lirios
del Medio Oriente aparecen en una variedad de colores, mayormente blancos o
rojos. Los montes en el desierto de Judea pueden parecer estériles por años
hasta que llegan las abundantes lluvias. De la noche a la mañana, las laderas
cobran vida con el vibrante color del lirio, cuyas raíces estuvieron dormidas,
aparentemente muertas, en espera de la lluvia.
Las
Escrituras Cristianas nos dicen que los lirios “no trabajan” por su belleza
porque Dios mismo los cuida (Mat. 6:28). Dios ciertamente conducirá a Israel
nuevamente al arrepentimiento con tiernos lazos de amor (Oseas 11:4), y Él
proveerá sostén a los que no tienen que trabajar para ello. Cuando Dios haga
eso, Israel, quien es visto por las naciones como estéril y sin vida, volverá a
la vida y florecerá como el lirio, iluminando al mundo con su belleza.
- Los Cedros del Líbano:
El lirio
puede permanecer adormecido por mucho tiempo porque tiene una corta raíz, pero
el cedro del Líbano es todo lo opuesto. Se encuentra entre los árboles más
altos del mundo, y su sistema de raíces penetra tan profundamente como extiende
su altura. Esas raíces son tan fuertes que se implantan firmemente en las
laderas montañosas, por lo que son admirablemente resistentes a vientos o
tempestades. Aunque carecen de la brillante belleza del lirio, los cedros son
majestuosos y firmes. Su madera también es famosa por su magnífica fragancia.
- El Olivo:
El olivo, con
sus delicadas hojas de tono verde-plateado, es uno de los árboles más bellos
conocidos. Se conoce por su longevidad e indestructibilidad, ya que es uno de
los tres árboles de mayor existencia en la tierra. Sus raíces son tan fuertes
que el árbol es casi imposible de destruir.
Como hemos
visto arriba, cada una de las imágenes añade claridad a las amorosas
intenciones de Dios hacia Israel en el pasado y en el presente. Al final del
capítulo uno, Oseas predice el regreso del pueblo judío a su Tierra desde los
reinos del norte y del sur, uniéndose en un solo pueblo, y alude a la venida
del Mesías. En el capítulo tres, vuelve a mencionar la dispersión y el retorno,
y allí claramente anticipa la venida del Mesías. Israel temerá al Señor y
vivirá en Su bondad durante los tiempos postreros. Nosotros estamos viendo el
cumplimiento de esas mismas profecías hoy día.
Las Palabras del Profeta para Hoy:
Aunque las
palabras de Oseas eran dirigidas al pueblo de su tiempo como advertencia de
juicio junto con una promesa de redención, sus profecías también se dirigen a
futuras generaciones. Son tan relevantes hoy día como cuando primero fueron
pronunciadas.
Oseas
visualizaba todo el panorama histórico y las implicaciones para la futura
nación de Israel. Su mundo era muy similar al nuestro, lleno de maldad y
violencia, carente del conocimiento de Dios, y muy poca bondad genuina. Sus
advertencias a Israel pueden aplicarse también a los cristianos en la
actualidad. Si nos consideramos como pueblo de Dios, las exhortaciones de Oseas
para el arrepentimiento y la obediencia deben redargüirnos, como debieron
redargüir a los hombres de la antigüedad.
En estos
últimos días, Dios llama a Su pueblo a una más íntima relación de confianza y
mayor dependencia de Él. Debemos escuchar Su voz, caminar con Él en la frescura
del día, y comparar cualquier enseñanza o palabra profética que escuchemos con
la genuina y sólida Palabra que ya Dios nos ha dado.
No debemos confiar
en gobiernos, depender de nuestra propia fuerza, caer víctima de la idolatría,
ni depender de la lluvia. Debemos solamente confiar en Él, y sólo en Él.
Podemos verificar Su fidelidad a medida que Israel surge del polvo de la
historia, nutrida por el rocío de Su amor, radiante en su belleza y resistente
al mundo que trata de destruirlo. Oseas lo profetizó, y si somos sabios, lo
podremos percibir. Entonces seremos como el sólido cedro, protegidos por el
Señor. Como el olivo, llevaremos continuo fruto en Él.
Por Cheryl
Hauer,
Directora de
Desarrollo Internacional
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