Inyección de Ética


La adversidad generalmente encuentra una manera de mostrar lo peor en las personas. Los desafíos constantes de la economía global han servido para exponer la profundidad de la corrupción moral. Leemos y escuchamos de casos en que l a calamidad financiera produjo comportamientos inmorales y antiéticos. Cuando los mercados entran en colapso las personas se tornan comprensivamente ansiosas y quieren recuperar cualquier cantidad de dinero que hayan perdido. Eso, no es disculpa para actividades fraudulentas, los fines no justifican los medios.

En busca de soluciones para la recesión económica, líderes de gobiernos propusieron y en algunos casos instituyeron, las llamadas, “inyecciones financieras”, concediendo enormes cantidades de dinero en fondos, para sustentar la actividad económica. Creo que en vez de “inyección financiera”, lo que necesitamos con urgencia es de “inyección de ética”.

Sea en la crisis generada por préstamos a los clientes con una historia de crédito desfavorable o en el caso de personas elegidas negociando favores políticos o cuando un conocido consultor financiero logró algunas de las personas más ricas del mundo al crear un elaborado esquema de inversiones, la cuestión fundamental adyacente en cada uno de esos escándalos fue la mismo, la falta de integridad.

En esencia, la integridad es la manifestación externa del carácter interior. Lo que hacemos, y como lo hacemos, demuestra quien realmente somos. Integridad sólida no es algo que podamos adquirir como se conquista un título de MBA en una Escuela reconocida. También no se encuentra en la lista de requisitos del curriculum de ejecutivos. Es una cualidad que tiene que ser cultivada a lo largo del tiempo.

Algunos factores ayudan a desarrollar y mantener una verdadera integridad. Uno de ellos es una saludable dosis de temor. La mayoría de los profesionales y líderes más importantes, no le temen a la ley, a sus clientes o a su conciencia. Se tornaron insensibles, endurecidos con relación a los valores como honestidad, confiabilidad, calidad y excelencia. Lo que les importa son sus propios objetivos egoístas.

¿Qué cosa será necesaria para rescatar la moralidad y restaurar el elevado nivel de patrones éticos en el mercado de trabajo del siglo XXI? Déjeme sugerirle que consultemos a la fuente eterna, la Biblia. En sus páginas encontramos un contenido ilimitado de sabiduría y orientación para trabajar y vivir de manera consistente y honesta, sustentando lo que sería el interés común.

Proverbios 16:6, en el Antiguo Testamento, proporciona un buen comienzo: “Con misericordia y verdad se corrige el pecado, y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal” Muchos perdieron “el temor del Señor”, la convicción de que Dios pide cuentas de nuestras acciones.

Otro importante aspecto en “temer al Señor”, que puede ayudar a restaurar un ambiente ético vigoroso en el mercado de trabajo es: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza” (Proverbios 1:7). ¿En un mundo imprevisible, lleno de inseguridades que aumentan, no nos sería útil más sabiduría y conocimiento? Esa es una de las grandes promesas hechas por Dios a los que lo siguen.

¿Usted conoce a personas en su ambiente de trabajo que se tornaron insensibles a la ética y a la moral? Ore para que descubran el temor de Dios y la necesidad de expiación por su inmoralidad.

Solamente Dios puede proporcionar una verdadera “inyección” de ética.

Por Rick Boxx


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