LECCIONES DESDE EL DESIERTO:


Durante un momento devocional en Puentes para la Paz de Jerusalén, los voluntarios fuimos inspirados por un video muy dinámico sobre el atleta olímpico de Inglaterra, Derek Redmond. Aunque Redmond había sufrido ocho operaciones antes de los juegos en 1992, logró su tiempo más rápido en la primera carrera de 400 metros, y también ganó la cuarta-final. Sin embargo, en la semifinal, su tendón detrás de la rodilla se partió, y se cayó al piso por causa del dolor inaguantable. Lo sacaron de la pista en camilla, y su padre bajó corriendo del estrado para ayudarlo. Sin embargo, Redmond escogió terminar la carrera así como estaba, y continuó saltando por la pista, aguantado por la mano de su padre, hasta llegar a la línea final. Todos los 65,000 espectadores se pusieron de pie y le aplaudieron. Aunque no ganó el premio que procuraba, enseñó a miles sobre la resistencia pese a los obstáculos.

Pienso que al apóstol Pablo le hubiera gustado esa historia, porque escribió varias veces sobre el atleta y su carrera: "¿No saben que los que corren en el estadio, todos en verdad corren, pero sólo uno obtiene el premio? Corran de tal modo que ganen" (1 Cor. 9:24). Pablo continúa el tema en el capítulo 10, usando la analogía del desierto como una gran pista de campo por donde corrieron los Hijos de Israel. ¿Cómo hicieron esa carrera? "Dios no se agradó de la mayor parte de ellos, y por eso quedaron tendidos en el desierto" (1 Cor. 10:5). Dos veces escribió sobre esa experiencia en el desierto como "ejemplo" para nosotros: "Estas cosas les sucedieron como ejemplo, y fueron escritas como enseñanza para nosotros, para quienes ha llegado el fin de los siglos" (1 Cor. 10:11).

La palabra griega, de donde proviene el término "enseñanza" en la versión Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy, podría ser mejor traducida como "amonestación" o "advertencia." La palabra equivalente en hebreo es "yasar," lo que significa "corregir a golpes." La interpretación de la palabra griega y hebrea podría variar en severidad, desde un mero recordatorio hasta el castigo corporal, como en el caso de la educación de un hijo, o el castigo de Dios para con Su pueblo. ¿Cómo se usa aquí? Quizás Pablo tenía en mente toda la gama de aplicaciones, ya que nos advierte que no cometamos los mismos errores que los israelitas, a quienes Dios castigó severamente con la intención de corregirlos. Barnes Notes comenta que Pablo aquí recuerda a los corintios "que sus privilegios [como creyentes] no incluían la absoluta garantía de ser librados del peligro, porque ellos tenían que ejercer la cautela respecto a la gratificación pecaminosa."


¿Por Qué el Desierto?

De todas las historias que Pablo pudo haber utilizado en la Tanaj (Antiguo Testamento), ¿por qué escogería relatos del desierto para enseñar a los gentiles recién convertidos sobre los caminos de Dios? Los gentiles no conocían las Escrituras Hebreas, pero todo el pueblo judío conocía bien la historia del Éxodo. Ese libro narra la historia de la fundación de Israel como nación. El proceso fue de tanta importancia para Dios que instituyó la fiesta de la Pascua, y el pueblo hoy día todavía la tiene que celebrar cada año por una semana (Éx. 12). También instituyó la fiesta anual de los Tabernáculos, en que por siete días tienen que recordar cómo Dios los cuidó durante los 40 años en el desierto (Lev. 23:33-43). En Deuteronomio 5:12-15, Dios también les instruye que cada semana durante el shabat (sábado) recuerden su redención de Egipto.

Por lo tanto, ya que la experiencia del desierto fue lo suficientemente importante para que Dios ordenara a Su pueblo recordarla a menudo, y para que Pablo la usara como enseñaza a los nuevos creyentes, sus lecciones también deben ser importantes para nosotros. Pablo escogió cinco ejemplos--quizás porque los corintios también luchaban con los mismos problemas--pero hay muchos más. Si los estudiáramos con detenimiento, nos ayudarían a evitar caer como los israelitas. El pueblo judío modernamente estudia los libros desde Génesis a Deuteronomio cada año, lo que sería un buen ejercicio para nosotros también. Y para aquellos que creen que no necesitan estas lecciones, Pablo les dice: "el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga" (1 Cor. 10:12).


No Codiciemos lo Malo: Estemos Satisfechos y Agradecidos

"Estas cosas sucedieron como ejemplo para nosotros, a fin de que no codiciemos lo malo, como ellos lo codiciaron" (10:6). Codiciar significa desear, apetecer, o ansiar algo vehementemente. El Salmo 106:14 dice que los israelitas "tuvieron apetitos desenfrenados en el desierto, y tentaron a Dios en las soledades." ¿Qué apetecían tan desenfrenadamente? Ellos recordaban "la vida buena" que habían dejado atrás (pero olvidaban la cruel esclavitud). Pensaban en: "cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos" (Éx. 16:3), "del pescado que comíamos gratis en Egipto, de los pepinos, de los melones, los puerros, las cebollas y los ajos" (Núm. 11:5).

No es malo desear algo bueno para comer, pero tras el anhelo de los israelitas estaba el espíritu de la insatisfacción y la ingratitud. Codiciaban "lo que Dios no les daba y estaban insatisfechos con lo que les proveía," escriben Jamieson, Fausset y Brown (JFB). Antes de que pudiesen tragar las codornices que Dios les había dado, desató una terrible plaga y tuvieron que sepultar a los codiciosos en Kibrot Hataava (Tumbas de la Codicia). Se encendió la "ira del Señor" (Núm. 11:1) porque, después de haber hecho todo lo que hizo para sacarlos de sus 400 años de esclavitud, lo único que recordaron fue la "buena comida" que dejaron atrás. La codicia de la carne había nublado su memoria. La codicia es motivada sólo por el deseo o la necesidad del momento, y no considera el cuadro más grande ni las consecuencias a largo plazo.

Los apóstoles frecuentemente advertían contra la codicia (Gál. 5:16-21; Sant. 4:2; 1 Jn. 2:16). Codiciamos cuando no estamos agradecidos, lo que significa que acusamos a Dios de no habernos provisto lo suficiente. Pablo no sólo predicaba ese mensaje, sino que también lo vivía: "...he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación. Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad. En todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad" (Fil. 4:11-12). Previamente en este pasaje, Pablo nos dice que podemos presentar nuestras necesidades y nuestros deseos al Señor "con acciones de gracias" (Fil. 4:6), y que habitualmente pensemos en las cosas buenas en vez de en las malas (v. 8).


No Seamos Idólatras: Amemos a Dios sobre Todas las Cosas

"No sean, pues, idólatras, como fueron algunos de ellos…" (1 Cor. 10:7). Probablemente Pablo se refería al incidente del becerro de oro en Éxodo 32, aunque también muchos se postraron delante de los dioses moabitas más adelante en su jornada (Núm. 25). Tres mil personas murieron debido a su adoración del becerro de oro. Aún luego de varias generaciones, el reino de Judá fue llevado al exilio por 70 años, principalmente debido a su idolatría. Pero luego del exilio, no vemos que Israel volviera a sufrir del mismo pecado. Requirió esa medida tan extrema para extirparlo.

La idolatría ocurre cuando: Dios es sustituido por otro amor en nuestras vidas; cuando rompemos el primer mandamiento: "No tendrás otros dioses delante de Mí" (Éx. 20:3); cuando Dios ya no es nuestro primer amor (Apoc. 2:4); o cuando no amamos a Dios con todo nuestro corazón, nuestra alma y nuestras fuerzas (Deut. 6:5). Nada debe venir primero que Él, porque Dios exige primer lugar. Yeshúa (Jesús) explicó el primer mandamiento en términos muy específicos: "El que ama al padre o a la madre más que a Mí, no es digno de Mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a Mí, no es digno de Mí" (Mat. 10:37).

Yo me atrevería decir que cada voluntario cristiano en Puentes para la Paz ha luchado con ese verso. Todos hemos dejado atrás a nuestras familias, o hemos vendido alguna propiedad u otra pertenencia, para venir a Israel. John G. Lake, quien tenía un asombroso ministerio de sanidad a principios del siglo 20, fue ordenado como pastor metodista a la edad de 21 años, pero escogió una carrera financiera en la que fue muy exitoso. Sin embargo, luego de que su esposa experimentara una sanidad milagrosa, regresó al ministerio, pero no sin pagar el precio. El Señor le dijo que vendiera todo lo que tenía y que regalara el dinero. Algunos siervos del Señor incluso han dejado atrás a hijos pequeños para seguir el llamado de Dios a tierras extranjeras, y muchos han sido perseguidos por su fe o han tenido que mirar mientras sus propios hijos son torturados o matados.

¡Cuán fácil es permitir que alguien o algo se convierta en nuestro amor número uno! Debemos siempre velar por nuestros otros amores para que no tomen ese lugar tan sagrado.


No Cometamos Inmoralidad Sexual: Seamos Puros

"Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y en un día cayeron veintitrés mil" (1 Cor. 10:8). Pablo se refiere específicamente a un incidente en Números 25:1-9, cuando el pueblo no sólo sacrificó a los dioses moabitas, sino que "comenzó a prostituirse con las hijas de Moab." Dios ordenó a Moisés: "Toma a todos los jefes del pueblo y ejecútalos delante del SEÑOR a plena luz del día, para que se aparte de Israel la ardiente ira del SEÑOR" (v. 4). Entonces Moisés dijo a los jueces de Israel que mataran a todo el que había participado en la fornicación. Las muertes ese día fueron numerosas, pero esa no fue la primera vez que habían caído en la inmoralidad sexual.

Cuando el pueblo israelita se preparó para adorar al becerro de oro, "se levantó a regocijarse" (Éx. 32:6). Antes de que Moisés descendiera del Monte Sinaí con los Diez Mandamientos, Dios le dijo que el pueblo se había "corrompido" (Éx. 32:7). En hebreo, el término significa pervertirse, degradarse o descomponerse. En su sentido más extremo, significa ser destruido. Esa palabra hebrea también es usada en la historia del diluvio, cuando "toda carne había corrompido su camino sobre la tierra" (Gén. 6:12). Los hombres habían "arruinado" todo, y Dios los tuvo que destruir. Esa palabra también se usa respecto a la idolatría. La inmoralidad sexual destruye el plan más elevado de Dios para el ser humano, que es la santidad. "Sean sobrios…Como hijos obedientes, no se conformen a los deseos que antes tenían en su ignorancia, sino que así como Aquél que los llamó es Santo, así también sean ustedes santos en toda su manera de vivir. Porque escrito está: 'Sean santos, porque Yo soy santo'" (1 Ped. 1:13-16, citando Lev. 11:44).

Posiblemente la mejor manera de comprender la santidad es haciendo referencia a la adoración en el Tabernáculo o el Templo. Todos los utensilios, sacerdotes y animales tenían que estar separados para Dios, y de esa manera eran santificados. Los utensilios no podían ser usados con ningún otro propósito. Los sacerdotes no podían servir si se hubiesen contaminado. Aún los animales para los sacrificios tenían que estar sin defecto. Cualquier cosa o persona que se hubiese contaminado ya era inservible e inaceptable, y eran tratados severamente. Cuando los hijos de Aarón usaron "fuego extraño," ellos murieron enseguida (Lev. 10). Cuando los hijos de Leví, también sacerdotes, practicaron repetidamente la inmoralidad sexual, murieron en batalla (1 Sam. 3-4). Cuando los bueyes que cargaban el Arca del Pacto tropezaron, y Uza lo trató de aguantar, pero también murió (1 Crón. 13).

Previamente en su primera carta a los corintios, Pablo les recuerda: "¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios es santo, y eso es lo que ustedes son" (1 Cor. 3:16-17). ¡Esas son palabras mayores! Es posible que esa destrucción de Dios se refiera a una muerte temprana. Cuando Pablo supo sobre la inmoralidad sexual en la iglesia de Corinto, les dijo que "entreguen a ese tal a Satanás para la destrucción de su carne, a fin de que su espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús" (1 Cor. 5:5). Aunque no intentaré interpretar ese verso, el lenguaje es obviamente fuerte. Podría referirse, como mínimo, a la excomulgación de la iglesia, ya que Pablo añade: "¿No saben que un poco de levadura fermenta toda la masa?" (v. 6). Él sabía que si ese asunto no era tratado debidamente, podría corromper todo el cuerpo.

Mi propia familia ha experimentado ese daño devastador como producto del pecado, así que no puedo evitar responder emotivamente al respecto. Ruego que si alguno leyendo este estudio se vea afectado por ello, corra en busca de ayuda. Usted no lo puede vencer por cuenta propia. No se deje engañar: lo que se ha corrompido ya no puede ser usado por Dios. Quizás logre esconder su pecado por un tiempo y continúe siendo ministro de Dios, pero su ofrenda no será aceptable. Sin embargo, usted puede ser limpiado y restaurado por medio de una corrección amorosa y el arrepentimiento (2 Cor. 2). No permita que el orgullo le ate a su pecado.

Quizás las consecuencias de su inmoralidad no sean tan dramáticas o fuertes como en los tiempos de Moisés, pero Pablo advierte a los corintios: "¿O no saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se dejen engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios" (1 Cor. 6:9-10). Podría uno acabar en esa condición si el pecado se convierte en hábito. Tal estilo de vida tiene el potencial de conducirlo a la apostasía, el total abandono de la verdad que antes confesaba, sobre lo cual Hebreos 10:26-31 nos advierte. Debido a ese peligro, "consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos..., sino exhortándonos unos a otros" (Heb. 10:24-25). Necesitamos la corrección y el ánimo del otro para mantenernos en el camino correcto.


No Tentemos a Dios: Seamos Sabios

"Ni provoquemos al Señor, como algunos de ellos Lo provocaron, y fueron destruidos por las serpientes" (1 Cor. 10:9). Este verso en griego realmente dice "Cristo," en lugar de "Señor," lo que dificulta la comprensión del mismo. Primero que nada, Barnes' Notes dice que Pablo probablemente no se refería a Yeshúa aquí, ya que el Señor no había venido a la tierra para ese entonces. "Cristo" es el equivalente del título del Mesías, y es posible que Pablo aquí se refería al Ángel del Señor que caminó delante de los Hijos de Israel (como en Éx. 32:34), quien muchos comentaristas cristianos y maestros creen ser Yeshúa, el Mesías pre-encarnado.

En segundo lugar, ni Dios ni el Mesías pueden ser tentados por al pecado como los hombres. La palabra "tentado" aquí, según explica Barnes' Notes, significa "probar Su paciencia, provocar Su ira, o actuar de cierta manera para ver cuánto [Dios] soportará o cuánto tiempo sufrirá la maldad o perversidad de las personas." El comentarista cristiano William Barclay escribe: "Tenemos demasiada tendencia de probar a Dios. Consciente o inconscientemente, muchos confían en la misericordia de Dios. En el interior de la mente está la idea de que 'todo saldrá bien; Dios me perdonará.' Pero corre peligro si olvida que la santidad de Dios existe junto al amor de Dios."

Pablo se refiere a la historia en Números 21:4-9, cuando en el último año de su travesía en el desierto "el pueblo habló contra Dios y Moisés: '¿Por qué nos han sacado de Egipto para morir en el desierto? Pues no hay comida ni agua, y detestamos este alimento tan miserable.' Y el SEÑOR envió serpientes abrasadoras entre el pueblo, y mordieron al pueblo, y mucha gente de Israel murió." Luego de 40 años, vemos que la actitud del pueblo había cambiado muy poco. Tentar a Dios es llevarlo hasta el punto en que se vea forzado a actuar porque no hemos aprovechado Su tiempo de gracia para abandonar el pecado.

Desconocemos cuál era la condición de los corintios, pero Barnes asume: "Pudiese ser que el apóstol les advertía a que no se expusieran a la tentación de la idolatría, entregándose a la infeliz práctica de la idolatría, y de esa manera innecesariamente probando la fuerza de su religión, convirtiendo su fe en un experimento de la gracia de Cristo, como si Él estuviese comprometido a cuidarlos aún en medio de los peligros a los cuales ellos mismos se metían."

Podríamos comprender eso mejor por medio de la ilustración de un alcohólico que haya sido liberado del alcoholismo pero comienza a frecuentar los bares nuevamente. En otras palabras, necesitamos ser sabios cuando se trata de nuestra vulnerabilidad. Sí, Dios puede protegernos y librarnos de circunstancias que están fuera de nuestro control, pero debemos evitar hacer cosas que sabemos nos conducirán hacia la tentación.


No nos Quejemos: Seamos Sumisos y Oremos

"Ni murmuren, como algunos de ellos murmuraron, y fueron destruidos por el destructor" (1 Cor. 10:10). Aquí, la murmuración incluye la queja, y los israelitas se quejaban de todo: de que no tenían agua, ni pan, ni carne. También se quejaban de su liderato. Miriam recibió lepra por haber hablado contra Moisés (Núm. 12). Los israelitas escogieron no entrar a la Tierra Prometida por temor a los "gigantes," y se quejaron contra Moisés y Aarón, diciendo: "Nombremos un jefe y volvamos a Egipto" (Núm. 14:4). Pero Dios lo vio como una queja contra Él mismo: "¿Hasta cuándo tendré que sobrellevar a esta congregación malvada que murmura contra Mí?…" (Núm. 14:27). Les respondió: "En este desierto caerán los cadáveres de ustedes…" (v. 29). Al final, Caleb y Josué fueron los únicos de esa generación que entraron a la Tierra Prometida. Cuando Coré instó a que 250 líderes se rebelaran contra Moisés y Aarón, la tierra se abrió y los tragó. Luego el pueblo se volvió a quejar, culpando a Moisés y Aarón diciendo: "Ustedes son los que han sido la causa de la muerte del pueblo del SEÑOR" (Núm. 16:41). Inmediatamente, Dios les envió otra plaga, matando a 14,700 personas antes de que Aarón intercediera por ellos.

Debemos recordar estos ejemplos cuando nos sentimos tentados a quejarnos contra nuestro liderato, fuese en nuestra iglesia, nuestro trabajo o el gobierno. Poco después de las elecciones de 2008 en Estados Unidos, muchos hacían comentarios negativos sobre el nuevo presidente Barack Obama. Pudo haber sido fácil unirme al coro de voces, pero sentí que el Señor me detuvo: "No salga de la boca de ustedes ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para edificación…" (Ef. 4:29). Pablo enseña que nos sometamos a las autoridades en nuestras vidas (Ef. 5) y que oremos por ellos (1 Tim. 2:1-4).

Dios también nos dice claramente: "Hagan todas las cosas sin murmuraciones ni discusiones, para que sean irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual ustedes resplandecen como luminares en el mundo" (Fil. 2:14-15). Arrepintámonos cuando notemos que nos sobreviene el espíritu de queja y murmuración, aún si sólo pecáramos en el pensamiento.


¿Qué le Amarra?

Nuestra carrera no es individual. Cada generación corre un segmento de la carrera, y pasa la batuta a la próxima generación hasta que venga el Mesías para buscar a Su novia "santa e inmaculada" (Ef. 5:27). Los que pasaron antes que nosotros nos velan desde las gradas celestiales, esperando ansiosamente que terminemos lo que ellos comenzaron. "Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos [todos los fieles mencionados en Hebreos 11], despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante" (Heb. 12:1).

¿Qué peso innecesario carga usted, atrasándolo en su carrera? Despojémonos de todo eso para que podamos llegar al final de la carrera y escuchemos al Señor decir: "¡Bien hecho!"

Por Charleeda Sprinkle
Editora Asistente

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