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Mostrando entradas de diciembre, 2014

No hubo lugar para El

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La época de Navidad a menudo es la oportunidad para invitar a la familia, a los amigos, a los que viven solos, a una persona mayor o a un extranjero. ¿No cree que también es la oportunidad para reflexionar sobre lo que significó la venida de Jesucristo a nuestro mundo? Con respecto a esto, el célebre Bossuet escribía: «¿Quién de nosotros nació en un establo? ¿Quién de nosotros, por pobre que sea, mete a sus hijos en un pesebre en lugar de una cuna? Jesús vivió en esa extrema pobreza y quiere ser asociado a ella». Jesús no nació en Roma ni en una de las grandes ciudades de la época, sino en una pequeña aldea. No nació en una familia rica, sino en una familia pobre. A lo largo de su vida aquí en la tierra, Jesús no tuvo un lugar propio. Cuando nació, no hubo lugar en el mesón de Belén. Más tarde, tampoco recibieron su enseñanza en la ciudad de Nazaret, donde se había criado (Lucas 4:29). En los días de su ministerio, no tenía dónde recostar su cabeza (Lucas 9:58). Finalmente, el

ESDRAS – HÉROE NO RECONOCIDO DE LA FE

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Para la mayoría de los cristianos, una lista de los hombres más reconocidos de la Tanaj (Génesis a Malaquías) debe incluir personas como Moisés el Legislador, David el Rey, Abraham el Padre de judíos y cristianos, además de los profetas Isaías y Jeremías. Algunos podrían incluir a Nehemías, copero del rey de Babilonia y reconstructor de los muros de Jerusalén, pero pocos incluirían a Esdras. Aunque el libro que lleva su nombre narra la historia de su liderato y amor por Dios y la Torá (Génesis a Deuteronomio), no parece ser lo suficientemente importante para estar en la lista de los destacados. Pero para los judíos que aman las Escrituras, lo opuesto es cierto. En su lista de los grandes, Esdras está entre los primeros. Se dice que su importancia en la historia judía está casi a la par con el Rey David. Incluso, el judaísmo enseña que si Dios no hubiera dado la Torá al pueblo judío por medio de Moisés, lo hubiera hecho por Esdras. Por lo tanto, ¿quién era ese hombre y cu

La autoridad

En mi biblioteca encontré un viejo libro titulado «Reglas del buen vivir», con fecha de más de un siglo. Echándole una ojeada, me reí al ver esas antiguas formas de cortesía, pero también constaté que la cortesía había pasado de moda. Nuestra época está marcada más bien por la ausencia de civismo, por una falta de respeto hacia el prójimo y por la afirmación de la voluntad individual. ¿Soy consciente de mi responsabilidad en una evolución que deploro? ¿He manifestado siempre el debido respeto a mis padres? ¿Tengo tendencia a criticar a mi jefe o al gobierno, cuando una de sus decisiones no me agrada? ¿He mostrado alguna vez una falta de respeto? Por encima de las relaciones humanas está Aquel que las estableció. Su autoridad es irrefutable pero a la vez benevolente. Dios, quien creó todo, ¿no tendrá derechos sobre nosotros? ¿Qué respeto le mostramos? ¿Queremos vivir para nosotros mismos, sin tenerlo en cuenta? El “pecado” desenmascarado por la Biblia es precisamente esta voluntad

¿Es Jesucristo su fiel amigo?

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«Cuando me volví a Dios, traté de servirle lo mejor que podía, aunque mantenía mis distancias. Conocía la vida de Jesús, me parecía admirable, pero no quería seguirle. ¡No podía! Un día oré: Señor, ¿por qué no te conozco? Me pides amar a mis enemigos, pero es imposible. Señor, puedo servirte con temor, pero no sé amarte, no me atrevo a amarte. Me pedirías que fuese como tú, y eso es más fuerte que yo. El orgullo y el odio forman parte de mí, me desintegraría si los echara de mí. Esta fue, permítanme la expresión, la primera confrontación entre mí misma y el Señor. Poco después recibí un libro en el cual leí que podemos hablar a Jesús como si hablásemos con un amigo. ¡Esto era algo sencillo, grandioso, impensable para mí! Entonces me atreví a hacer esta oración: Jesús, me gustaría que fueses mi amigo. Puedes transformarme, liberarme de mi orgullo y de mi odio. Te entrego mi voluntad, incluso mis malos sentimientos y mis horribles recuerdos. Te entrego todo. Y Jesús pasó a ser