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Mostrando entradas de julio, 2013

El escándalo de la cruz

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En Roma se encontró un grafiti del segundo siglo pintado en la pared de una casa. Los especialistas piensan que esa casa era una escuela en honor a los pajes imperiales. Éste es el primer dibujo que poseamos sobre la crucifixión, y es una caricatura de Jesús en la cruz. A la izquierda aparece otro personaje y abajo se hallan trazadas de forma irregular las siguientes palabras: «Alexamenos adora a su Dios», elocuente testimonio de las burlas e incomprensión que sufrieron los primeros cristianos. ¿Es realmente razonable, para recibir la vida, poner la esperanza en un hombre muerto en una cruz? ¿Reconocerlo como el Mesías prometido por Dios? ¿Por qué fue necesaria una muerte tan horrible para salvar a los hombres? Quizás éstas sean unas de nuestras preguntas secretas. Pero, ¿qué dice la Biblia, la Palabra de Dios? “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Ju

Esclavo

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El hombre que no conoce a Dios es esclavo. ¿Cómo? Esta afirmación es dura, dirá usted. El hombre, ser inteligente, con voluntad propia, responsable de sus actos, ¿es tratado de esclavo? ¿No tiene acaso la facultad de comprender, de conocer lo que le rodea y de tomar decisiones? ¡Un esclavo es aquel que depende de sus culpables pasiones, de la droga, de la televisión, de Internet, o incluso el que tiene un defecto muy arraigado! Se dice: ¡Cada uno tiene sus defectos! ¿Cómo pretender que el hombre sin Dios, ateo, sea un esclavo, cuando se ha liberado de una creencia desfasada? La Biblia declara: “El que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció” (2 Pedro 2:19). Ella dice que el hombre apartado de Dios es esclavo del pecado. Pecar es no hacer la voluntad de Dios, es dar la espalda al objetivo que Dios tenía preparado para el bien de su criatura.   Pero Dios quiere acercarse a usted y a mí; desea levantarle y liberarle. Se acercó a nosotros mediante Jesucristo,

VIVIENDO PACIENTEMENTE EN UN MUNDO IMPACIENTE

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Mi esposo y yo servimos al Señor a tiempo completo en Estados Unidos por casi 20 años. Nuestro hogar era nuestro centro de trabajo y actividad las 24 horas del día. Desde infantes a personas retiradas, desde madres solteras a familias en crisis, ministramos el amor del Señor a todo el que se nos acercara en busca de ayuda. A menudo teníamos 20 personas o más en nuestra mesa durante la cena, muchos de los cuales vivían con nosotros por cierto período de tiempo. Una joven mujer y su hijo de dos años llegaron a integrarse a nuestra familia y ministerio por 11 años. Con niños bajo mis pies y un teléfono al oído, escribía manuales educativos y de entrenamiento para nuestro personal, mientras aconsejaba a adolescentes encinta y conducía estudios bíblicos. Y en medio de todo eso, yo era reconocida por mi paciencia. Con un temperamento equilibrado y el gozo del Señor, era muy difícil que algo me irritara. Pero recientemente, el Señor me reveló cuán lejos me había apartado de ese ideal.

¿En paz o preocupados?

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¿Quién de nosotros no ha pasado alguna vez un día melancólico, triste, debido a la inquietud respecto al mañana, lo cual nos impide vivir plenamente el día de hoy? Sentimos que esos días son pesados e inútiles, por ello guardamos un mal recuerdo. Sin embargo, cada día que Dios nos ha dado es precioso e importante. ¿Habrá creado Dios días inútiles en nuestra vida? ¡No! Cada día tiene su razón de ser. En su Palabra Dios nos declara que los creyentes somos “hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10). Por lo tanto nos invita a ocuparnos del día de hoy y considerar cada día como único para así cumplir con lo que puso ante cada uno de nosotros. Los discípulos que seguían a Jesús, ¿sabían siempre el programa del día siguiente? ¡No! Sin embargo fue así como el Señor les enseñó a seguirle, recordándoles: “Así que, no os afanéis por el día de mañana” (Mateo 6:34). Marta era fiel y muy ab