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Mostrando entradas de noviembre, 2011

¿Desesperación o consuelo?

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Los creyentes de Tesalónica le habían contado al apóstol Pablo sus inquietudes respecto a la muerte de sus familiares. Se preguntaban qué sucedería con ellos cuando Cristo viniese a buscar a los suyos. El apóstol los tranquilizó revelándoles de parte del Señor que todos los rescatados de Cristo, muertos o vivos, oirán el llamado del Señor e irán a su encuentro ( 1 Tesalonicenses 4:13-18 ). Y concluye diciendo: “Alentaos los unos a los otros con estas palabras”. Por otro lado les habló de los que pierden a uno de los suyos y “que no tienen esperanza”. Si no hay esperanza respecto a los que se fueron, no hay consolación posible. Por eso permanecen sumidos en la tristeza, haciéndose miles de preguntas: ¿Dónde están? ¿Desaparecieron en la nada? ¿Están en una especie de descanso? ¿Están sufriendo en los tormentos? ¿Se han reencarnado? ¡Cuántas preguntas sin respuesta carcomen a los que no quieren creer lo que Dios dice! Dios no deja al hombre en la duda. Efectivamente, no hay ninguna espe

¡FÍJATE EN LA HORMIGA!

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El desierto ardía como horno encendido. El sol llameante calcinaba la tierra, y fuertes vientos levantaban olas de arena que ennegrecían el cielo. En medio del calor una caravana, que cruzaba el Sahara, se vio de pronto rodeada de negras nubes y debió buscar refugio donde lo hubiera. Pasado el simún, la caravana, larga y abatida, miró atentamente al cielo, y con paso firme regresó al rumbo que había perdido. No eran personas ni eran camellos. Eran hormigas. Hormigas que con sólo mirar a las estrellas sabían cómo encontrar su ruta. Las hormigas del Sahara tienen un maravilloso instinto de dirección. Si se desvían, con sólo mirar las estrellas vuelven a encontrar su rumbo. El Dr. Rudiger Wehner, de la Universidad de Zurich, Suiza, lo explicó así: «Esta hormiga, al levantar su mirada a las estrellas, puede ver patrones de luz polarizada. Eso le basta para conducirse a través de la larga travesía.» La Biblia también habla acerca de la hormiga. En el libro de los Proverbios dice: «¡Fí

"VICTORIA EN CRISTO"

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A consecuencia de su encuentro transformador y comunión continua con el Cristo resucitado, Saul de Tarsus "trastornó el mundo entero" (Hechos 17:6) y estableció muchas de las iglesias primitivas (2 Corintios 11:28). Sus epístolas abarcan casi un tercio del Nuevo Testamento. ¡Que transformación tan asombrosa, tan extraordinaria que ocasionó que el "primero de los pecadores" (1 Timoteo 1:15) se convierta en el primer apóstol! ¿Qué pudo haber cambiado a Saúl para que "Respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor" (Hechos 9:1) se fuera a convertir en uno de ellos, sabiendo muy bien que él también sería odiado, perseguido, encarcelado, golpeado y eventualmente martirizado? ¿Qué "programa de recuperación" ayudó a Pablo en su extraordinaria liberación, y en su consistente, vida victoriosa, que pudo al fin decir: "Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo" (1 Corintios 11:1)? ¿Fue acaso un grupo llamado "Asesinos

"LAS INVITACIONES DE DIOS"

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Hay algo muy poderoso en cuanto a una invitación. El saber que alguien se interesa en uno lo suficiente como para desear nuestra presencia e invitarnos a un encuentro puede tener profundo impacto sobre cómo nos auto-evaluamos. De hecho, pocas cosas nos afirman tanto como el recibir una invitación personal a un evento importante. Claro está, no todas las invitaciones son iguales. Una invitación para la boda de una amistad, a un almuerzo especial o a un ascenso en el empleo nos hace sentir deseados, apreciados e incluidos. Pero la invitación para servir en un jurado, ser chaperón para un grupo energético de adolescentes, o encargarnos de una clase dominical difícil no tiene el mismo efecto. Más difícil aún es cuando esa anhelada invitación nunca llega. Cada uno de nosotros, o un ser querido muy cercano, ha experimentado el dolor de nunca ser parte de cierto equipo, de no ser invitado a una fiesta, de no recibir el ascenso deseado